Te escribo esta carta y empieza la lluvia, esa que nace en
lo más profundo, el papel se empieza a mojar y la tinta a esparcir, como si mis
letras ni al papel importaran, pero dime tú, ¿Qué puedo hacer? Las letras
fluyen en dirección a tus ojos, el sentimiento crece por amor a tu alma, la
lluvia se hace tormenta por el dolor que causas, pero conozco tan bien tus
espinas que trato de tener precaución, quiero hacerte saber que este corazón
musita tu nombre como si no existiesen muchos más, me ha contado de tu
existencia, ¡que loco! Pienso y me distraigo rápidamente, no puede nadie
existir... Tu no estas, solo queda tu sombra esa que dejaste a tu paso junto a mí
y que hoy me acompaña, ella es testigo que no puedo, no soy capaz de decirte
esto, y ojalá esta carta no acabe en el bote de basura como todas las
anteriores en las que no he sido capaz de decirte que si la vida fuera distinta
yo podría confesarte esto, esto que es nada más y nada menos que un oasis en el
desierto ese que me aparece a ratos cuando mi alma tiene sed y camino y
desaparece y queda esto que trato de decirte día a día empiezo a tener valor y
cuando pienso confesarlo un nudo se me hace en la garganta y la lluvia vuelve a
manchar este papel, y ya no se leen mis letras y tú te quedas sin saber
nuevamente que te extraño, que extrañarte me lastima el corazón, que mis letras
se esfumen poco a poco me duele más y que mi mensaje no lo podrás leer desgarra
este sentimiento, que seguirá recurriendo a mi todos los días, que mi condena
no este sentimiento sino tú, que estas, que existes pero no te conozco.
Recuerdo el día como si hubiera sido ayer, ese día en el que nos enteramos de tu llegada, fue una oleada de ilusiones, preocupaciones e incertidumbre pero sobre todo de amor, un pequeño pedacito de los dos y del gran amor que sentimos crecía dentro de mi. Desde el primer momento todos te esperábamos con tanta ilusión, eras tan deseado mi pedacito de cielo, tus abuelos se enojaron un poco, pero fue más fuerte el amor que sentían ya por ti que nada más importó. Toda tu familia se sentía muy emocionada por tu existencia. Recuerdo la primer ecografía, nos asustamos un poco porque no te encontrábamos, la doctora indicó que todo estaba bien, que regresáramos en 2 semanas y claro ahí estabas tú, una pequeña bolita en este mundo tan grande, pero con tantas ganas de vivir. Eras muy inquieto y muy hambriento por supuesto, al parecer tu fruta favorita era la mandarina y vaya tiempo en el que decidiste eso, pues era el mes de mayo, ¡imagínate! ¡Las mandarinas no se dan hasta en el mes d...
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