Versos Que Reflejan Sentimientos En Común
Era una mañana como cualquier otra, me levanté muy adormitada pues la noche anterior no pude dormi muy bien que digamos, todos los días parecían iguales, me levanté, me duché, me vestí, me puse mi pants favorito con una blusa blanca, pues no tenía ánimos de salir, desayuné, hice los que haceres de la casa y me puse a ver una película en el sofá, no quería ponerme melancólica ni mucho menos romántica así que busqué una de comedia.
Hacía mas de dos semanas que no salía de la casa, ya nada me importaba, mis padres intentaban hablar conmigo pero yo no les contestaba, me visitaban, pero no les abría, no tenía ánimos para ver a nadie, yo quería estar sola y que me dejaran en paz, por suerte había comprado suficiente comida como para no salir en un buen tiempo, hasta mi trabajo me lo permitía, ya que soy escritora, puedo trabajar desde mi casa, prácticamente me encontraba ivernando.
La única persona que me hacía feliz era mi esposo Carlos, pero había fallecido hace cuatro meses, por un maldito paro cardíaco, pareciera increíble pero de un momento a otro podemos dejar de existir, eramos tan felices juntos, la casa donde estaba viviendo la habíamos construido entre los dos, era nuestro sueño hecho realidad, tener una casa grande, a nuestro gusto para que cuando tuviéramos hijos no les faltara nada, pero él se fue demasiado antes, Diosito solo me lo dio por tres años, eso no era para nada suficiente, sentía un vacío en mi corazón, el amor de mi vida me había dejado sola, sola cuando mas le quería, cuando más le necesitaba, me sentía devastada, no quería hacer nada, no había escrito nada durante todo este tiempo, las luz de mis ojos, mi inspiración se había marchado de este mundo, no podía más, necesitaba tiempo para salir, tiempo para mi, para pensar y poner las cosas claras.
El tiempo pasó, estuve encerrada por dos meses, solo salía por cosas que necesitaba, más que todo por comida, me comunicada con mis padres solo para decirles que estaba bien, luego de un tiempo mi mejor amigo me convenció de salir, de tomar un poco de sol, una psicóloga me estuvo ayudando a salir de mi depresión, un año después era una mujer totalmente diferente, me sentía bien, tenía nuevos propósitos, tuve que sacar las cosas de Carlos de la casa, solamente conserve su camisa favorita, su anillo de boda y un album con nuestras fotos. Había conseguido un trabajo en una editorial, el cual me obligaba a salir de casa y me mantenía ocupada, lo cual era bueno.
Un día llegó a la editorial un joven muy apuesto de tes blanca, ojos color café, complexión alta, con una barba que enamoraba, fue a dejar un libro, pues quería que se lo publicaramos:
-Hola, Alejandro Brooks, me dijo dandome la mano.
-Mucho gusto Sr. Brooks, mi nombre es Katerine Johnson.
-El gusto es mio, respondió con una sonrisa.
Era tan apuesto y simpático, tenía una sonrisa encantadora.
-Así que esta interesado en nuestra editorial, le digo.
-Si si, es una editorial de mucho prestigio, me encantaría que pudieran publicar mi libro.
-Déjeme la copia que trae, yo lo revisaré y luego le llamo.
-Se lo agradezco mucho Srta. Johnson.
-Katerine para ti, este trabajo será mejor si nos tuteamos, le digo sonriendo.
-Seguro responde él.
-Entonces yo te llamo, le digo, nos despedimos y se va.
En el resto del día no puedo dejar de pensar en Alejandro, hubo algo en él que me cautivó.
Al llegar a casa preparé la cena, cené, me aliste para ir a dormir, ya estando en mi cama, saque la copia del libro de Alejandro y comencé a leer, la historia trataba sobre su hija con cancer, me partió el corazón, leer los sentimientos de un padre dolido por la perdida de su hija, la forma en la que él se expresaba era tan perfecta, solo con los primeros versos se podía sentir la pasión y el dolor que él había puesto en ese libro, un padre que toco fondo al ver a su hija muerta, al sentir la ausencia de la luz de sus ojos, no pude dejar de leer, me sentía tan identificada con él, empecé a enamorarme de sus versos, de sus sentimientos. Al cabo de dos días termine de leer el libro y lo consulté con mi jefe, él dijo que confiaba en mi, que hiciera lo que mejor me pareciera, así que llamé a Alejandro y lo cite en el café que se encontraba a una cuadra de la editorial.
Estuvimos hablando sobre su libro y la tragedia que había vivido, la madre de su hija los había abandonado, pues eran solo unos adolescentes cuando ella nació, él se hizo cargo de su hija desde el primer momento que la tuvo en sus brazos, trabajo y se sacrifico por sacar adelante a su bebé a pesar de ser padre soltero hoy era un empresario muy reconocido lo cual le ayudó a pagar los tratamientos de su hija llamada Mia, Mia murió de leucemia, fue diagnosticada a los 7 años, desde ese momento Alejandro trabajo y lucho porque la luz de sus ojos se curara, fue sometida a quimioterapia y trasplantes de médula osea la pequeña luchó por su vida junto a su padre durante 6 meses, no aguantó más y murió un 25 de mayo, hace dos años.
Mientras Alejandro me contaba la dolorosa historia que yo ya había leído, lagrimas corrían por sus mejillas, yo quería abrazarlo, quería consolarlo y no aguante más, lo abracé y él me correspondió. Al abrazarlo no pude contener mis lágrimas, él me vio llorar y me preguntó que pasaba, le conté de Carlos:
-Hace un año y medio yo perdí a mi esposo, eramos tan felices juntos, era el amor de mi vida. Le conté absolutamente todo lo que había pasado, hasta lo de mi depresión, él se sinceró conmigo y yo lo hice con él.
-Siento tanto lo que ha pasado, al parecer tenemos un dolor en común. me abrazó y luego me dijo:
-Mira debo ser sincero contigo, la verdad me siento enamorado de ti, al escuchar esto que me acabas de decir me ha destrozado por completo, hace dos días que te vi en tu oficina me pareciste una persona encantadora, pero no te preocupes yo sabre esperar.
Me sentí feliz e incomoda con su comentario, no creía saber si era el momento indicado para volverme a enamorar y en serio dejar atrás a Carlos.
-Te parece si nos vemos mañana en mi oficina para platicar lo de tu contrato, le digo muy nerviosa.
-Claro que si, me dice con una gran sonrisa y los ojos llorosos.
-Nos vemos mañana, le digo despidiendolo y salgo del lugar.
Continuara...
Sueños de Escritora.
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