ACUARELA
Me asomé a tu quietud curiosamente
y lleno de ansiedad busqué en tu espejo;
tenías lo que tanto intensamente,
había presentido en mi bosquejo.
El rojo de pasión que diluyera
la blanca sensatez que va en la nieve
y luego que al vivir tu primavera,
lograra mi pincel un sueño breve.
Viví, sentí tus manos tiernamente,
el cauce de tu piel modeló mi río
y en cuanto la razón era en la mente
la magia de tu instante un desvarío.
Agité tu quietud, me amaste tanto,
que el tiempo con su musgo no ha logrado
abreviar la grandeza del encanto
ni aplacar la pasión que me has brindado.
César de Médicis a su esposa
Octubre de 1990
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