SIN REMEDIO
Aquella piel que tibia vestía de rubor
destino de los besos sedientos de amor;
aquella que vivía de fuego y estertores
tenía entre su sabia las sombras del dolor.
Fue ruta de las manos expertas del amante
que vio por vez primera su grato frenesí
viviendo por pocos años el gozo desbordante
que culminó en ocaso de mustio carmesí
Pues poco a poco un día perdiendo su ternura
fue amparo de las huellas que anuncian el final
dio paso irremediable de pronto a la ternura
o al galope del desprecio que agrega tanto mal
Entonces el estuche que tuvo aquel pasado
te afana, mas lo escondes detrás de nueva faz;
lo pintas de colores y el surco se ha quedado
pues la vejez no para detrás del antifaz.
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