Cortesana
Al que quiere y no puede.
Qué destino tan cruel que así me lanza,
al muro desvelado de tus senos
en que se ancla mi afán en mil venenos
sepulcro de mi suerte y la templanza.
Malvada tu lisonja que me alcanza,
cuando quiero escapar lo puedo menos
y a cambio puedo ver mis labios llenos
de sucia y de vulgar desesperanza.
Qué sino tan amargo se ha posado
al soleado dintel de mi ventana
que cuando por astío me he alejado,
tu cuerpo en mil caricias me desgrana
y vuelvo a sucumbir enajenado
en tu loco vaivén de cortesana.
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