Sucumbe de la noche el terciopelo
ante el dorado despertar del día
y se oye en la nublada lejanía
el llanto del rocío sobre el suelo.
La mañana es así, rubia y risueña
con un poco de ardid entrelazado,
así como enamora al desalmado
también del que trasnocha se hace
dueña.
Luz y sombra son don del firmamento
es la misma virtud del pensamiento
mientras tiende a ser amo de la
mente
y el amor nos inunda de repente,
en el mismo crisol de primavera
va encubierta la garra de la fiera
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