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La Cata (Capítulo VI)




LA CATA (CAPÍTULO VI)


—Gracias amiga, pero recuerda que tú...
—¡Espera!
—¿Qué, qué sucede?
—No voltees, pero el galán de la barra viene hacia acá.

Mi corazón en aquel momento comenzó a palpitar de nerviosismo.

―Buenas noches señoritas, ¿les importa si las acompaño?
―... ―(Creo que mi Ana esperaba que yo respondiera, pero quedé muda de los nervios).
―Digo, para evitar que las vengan a molestar los mujeriegos ―(La verdad yo moría de los nervios, y no quería que mi amiga Ana lo arruinara con lo directa que es, así que mejor decidí decirle yo misma que era una noche de chicas).
―Bueno, la verdad es que para nosotras es una noche de...
―De hacer amigos; claro, por favor, toma asiento.
―Gracias.
(Quedé boquiabierta de lo amigable y sonriente que Ana actuó con él)
―Y tu nombre es... ―preguntó Ana.
―José Ernesto ―respondió con esa maravillosa voz, al menos sabría su nombre al terminar la noche.
―Yo me llamo Ana.
―Encantado de conocerte Ana.
―Igualmente.
―¿Y tu nombre? ―Me dijo viéndome con esos ojos tan penetrantes.
―¿Yo? ―pregunté, no sé por qué, es que no me recordaba de mi nombre de lo nerviosa que estaba. Solo espero no haberle parecido una tonta.
―Sí, ¿cómo te llamas?
―Yo me llamo Danniela.
―Encantado de conocerte Danniela.
―Igualmente.
―Y cuéntanos, ¿por qué andas tan solito por acá?, debes tener cuidado que te podrían atrapar algunas chicas y no dejarte escapar. ―Y Ana con sus preguntas incómodas, mejor no se hubiera quedado con nosotras, esto podía terminar mal.
―Jaja. La verdad hace tiempo que no venía por acá, pero algo me dijo que dos señoritas necesitarían hoy de mi compañía.
―No, pues qué grato que nos acompañes. ¿Entonces tiendes a venir acá frecuentemente?
―Sí, me encanta este lugar, es tranquilo y tiene buena música.
―Ay, a nosotras también nos encanta, verdad Danniela.
―Sí, este es un lugar hermoso. ―y este galán sentado a mi izquierda seguro que también.
―Otra cosa que me gusta es que venden buenos vinos, y además los saben servir, tienen buenos sumillers.
―¡Escuchaste Danniela!
―Sí.
―Es que a ella también le gustan los buenos vinos, es toda una vinónloga.
―Enóloga. ―Ay no, qué vergüenza, pensaría él que somos unas analfabetas, yo estaba muy apenada.
―Bueno, como sea.
―¿En serio?
―Bueno, sí me gusta saber de vinos, pero no soy enóloga, solo he leído un poco, soy una aficionada todavía. ―Solo esperaba que no me fuera a preguntar nada, no quisiera fallar con él.
―Sí te gustan los vinos, déjenme invitarlas a uno.
―Claro, nos encantaría.
―Bueno, sí tu gustas, te lo agradeceríamos. ―respondí. Él llamó al mesero y le pidió un vino sin que nosotras supiéramos, lo que me temía, ahora quería recordar lo que había leído, pero no tenía en la cabeza otra cosa más que sus profundos ojos, esa barba, esas fuertes manos...; pero tenía que preguntar:
―¿Qué vino pediste?
―¿Quiero sorprenderte?
―No me dejes con la duda, dime cuál.
―Tranquila, estoy seguro que te gustará. Quiero que lo descubras por ti misma.
Al rato llegó el mesero a nuestra mesa, traía la botella en sus manos, yo quería ver si alcanzaba a ver la etiqueta, pero éste la tapaba justo con sus manos mientras la sostenía. Descorchó la botella frente a nosotros, luego me dio el corcho a mí, pero no me tocaba a mí catarlo, porque la etiqueta indica que debe ser el hombre o la persona mayor de edad o de jerarquía de la mesa, así que le indiqué que se lo diera a él.
―No, yo le pedí a él que te diera el honor a ti de hacer la cata.
―Oh, ... está bien.
Rayos, solo esperaba hacerlo bien. Olí el corcho, y luego asentí con la cabeza, entonces el mesero vertió el vino en mi copa que discurría elegantemente como las palabras que José Ernesto compartía con nosotras en la mesa. Él no dejaba de verme, y eso me ponía un poco nerviosa otra vez. Tomé la copa en mis manos, giré la copa suavemente, y luego procedí a percibir esos refrescantes aromas. Seguidamente lo degusté, sentí sus deliciosos sabores. Sin duda estaba tomando un vino seco, de Tempranillo, quizá Rioja, pero no estaba segura, y menos de la marca específica que en esta vida podría adivinar... la cata ya había acabado, así que asentí con la cabeza para que terminaran de servirme en la copa y les sirvieran a los demás. Pero bajé muy fuerte la copa y sonó un poco fuerte en la mesa, todo lo había hecho bien, para en el último momento arruinarlo. Bueno, al menos no se me rompió la copa.
―¿Qué opinas?
―Es exquisito, es de gran calidad.
―¿Qué vino es?
―No estoy segura, pero yo diría... que es... un vino seco, Rioja, a mi parecer exclusivamente de Tempranillo.
―Asombroso, has acertado muy bien, sin duda sabes de vinos, además que la cata la has hecho como si fueras toda una profesional.
―Bueno, pero no es para tanto, la Casa o el viñedo me sería imposible de identificar.
―Eres modesta, eso me agrada, y además eres conocedora de vinos, algo destacable.
―¡Gracias!

―Pero qué interesante, yo también he incursionado en ese mundo, de hecho aprendí a hacer vinos y he creado algunos. Vinos de pasto, claro, pero ya es un comienzo. ―dijo él, y yo ya estaba un poco más distendida y tranquila, él me inspiraba mucha confianza.
―¡Qué fascinante, me encantaría probar uno de ellos!
―Claro, podemos compartir juntos un día.
―¿Entonces tú te dedicas a hacer vinos? ―preguntó mi amiga Ana.
―No, no, es solo un pasatiempo.
―¿Entonces a qué te dedicas?
―Soy escritor.
―¿Escritor?, no te parece algo aburrido. ―Ay no, Ana estaba a punto de arruinarlo.
―Bromeas, a mí me parece muy interesante, ¿Qué tipo de historias escribes?
―He escrito varias novelas, principalmente románticas―me dijo, y luego se dirigió a Ana―, y mira Ana que puede llegar a ser una actividad muy interesante y entretenida, pues en las letras puedes dejar correr la imaginación y crear tus propias historias. Claro, también tienes que concatenar todos los eventos, y tratar de sorprender o deleitar a tus lectores de forma ingeniosa.
―¿Y cuál es tu obra más conocida?
―Probablemente "Amor Nocturno en Central Park".
―¿Pero esa no es una película?
―Por eso ha llegado a ser más conocida, pero es una adaptación de mi obra.
―¡No puedo creerlo!
―Ves Ana, si a ti esa película te encantó. Apenas el mes pasado fuimos a verla al cine.
―Sí, no creía que los que hacen películas las hicieran en base a escritores.
―Ay Ana, pero ¿quién creías tú que escribía el guión?
―Bueno sí, pero pensé que lo hacían solo para la película, no que estaba basado en una novela publicada antes.
―Oye, pero qué maravilloso encontrarte acá, ha sido el destino.
―El destino hace encontrar a todos su camino. ―me dijo suavemente mirándome a los ojos.
―Oye, sí, qué bueno encontrarte aquí porque queremos hacerte unas preguntas, la película nos encantó, pero tienes que explicarnos el final, porque a mí no me gustó cómo terminó; aunque eso sí, tengo que agradecerte que a uno de tus personajes le hayas puesto mi nombre.
―Pero no se parecía en nada a ti Ana, jajaja.
―Claro que se parecía. Yo habría hecho lo mismo en su situación.
―Ni que no te conociera...
―Pero bueno, dejemos que Ernesto nos explique por qué hizo que pasara eso al final.
―Bueno, es que el final original no era ese, esa es solo una adaptación, pero en el libro el final es diferente.
―¿Y no que estaba basada en tu obra? ―Ana siempre se pasa de directa.
―Sí, pero para adaptarla al cine, los guionistas cambian algunas partes según las directrices de los productores y directores, a veces por necesidades técnicas y otras veces por necesidades de trama.
―¿Y entonces cómo terminaba?
―Al final lo que sucede es que el cuando Colombo estaba...
―No, no nos lo cuentes, yo quiero leer tu libro. ―le dije. No quería un spoiler.
―Ay no Danniela, cuándo vamos a terminar de leer un libro, yo sí quiero saber el final.
―Pero mejor que te lo cuente otro día, yo no quiero saberlo ahorita.
―Si ustedes gustan les puedo regalar un ejemplar a cada una.
―Ay no, que pena contigo, mejor dinos donde comprarlo.
―Yo si acepto que me lo regales, dime qué día paso a tu casa a traerlo.
―¡Ana!
―No, no es molestia, yo se los regalo a ambas.
―No, de verdad, qué pena molestarte.
―No es ninguna molestia.

En ese momento el mesero se acercó a decirle algo a Ernesto.
―Seguro que le gustas ―me dijo Ana al oído.
―No cómo crees, solo está siendo amable.
―Yo que tú aprovecharía.
―Ay no, Ana.
―Los voy a dejar solos, arpovecha el momento.
―No Ana, no me dejes sola.
―Sh, ya se va a voltear.
―No Ana, espera...
―Con permiso, debo ir al tocador.

Y entonces Ana me dejó a solas con él, y me volví a poner un poco nerviosa, y para hacer como que hacía algo agarré la botella y me puse a leer la etiqueta.
―Ahora que sabes la Casa, ¿qué te ha parecido el vino?
―Haz hecho una buena elección, es de calidad, sinceramente no conocía esta Casa, pero sin duda es buena.
―Por cierto, el viernes de la otra semana va haber una cata de vinos en Casa Rioja, ¿conoces?
―Claro, he ido un par de veces ahí.
―Pues van a hacer este evento para presentar unos vinos nuevos que van a empezar a importar, y ya que tú eres una conocedora de vinos, quería preguntarte si me quieres acompañar.
―Ay bueno, pero no soy tan conocedora, solo me gustan. Y el viernes... el viernes lo tengo algo ocupado, el viernes voy a tener actividad todo el día hasta las cuatro.
―Excelente, el evento empieza a las cinco de la tarde, ¿paso por ti a las cuatro y media?
―Bueno... está bien.
―Escríbeme tu número acá, para estar en contacto.
Me alcanzó su celular, y yo escribí mi número en él.
―¿Me das tu el tuyo?
―Claro, te doy una de mis tarjetas.
―Ay qué bonita está, "escritor" eh, muy buen diseño.
La guardé, y justo en ese momento venía regresando Ana.

Seguimos platicando los tres aquella noche, fue una noche fantástica, él era muy agradable y siempre tenía un tema interesante para platicar, y qué mejor que estar acompañada de mi mejor amiga, Ana. Pero como todo, debía llegar su final, y nos despedimos. Él al despedirme me dijo suave al oído:
―Nos vemos el viernes.
Luego él subió a su carro, nosotras subimos al de Ana, y ella me llevó de regreso a casa.
―¿Y qué?
―¿Qué de qué?
―¿No quedaron en nada de nada?
―Bueno, él me invitó a una cata de vinos en Casa Rioja que va a haber el viernes.
―Eh..., ya tienen una cita.
―No, no, no, solo vamos a catar unos vinos, nuestra pasión común.
―Sí claro, a "catar" unos vinos.
―¡Sí, a catar vinos!, aunque te parezca extraño.
―Jajaja, esa forma en la que te miraba...
―No amiga, no bromees con eso, yo sería incapaz de hacerle eso a Raúl.
―Como tú digas amiga, pero mira que vaya que se lo merece el desgraciado. Y este bombón está mejor que Raúl eh...
―Es agradable..., tenemos cosas en común..., creo que seremos grandes amigos...
―Tú sabes que yo lo que quiero es verte feliz amiga, y yo hoy te vi feliz. Sabes que te apoyo en todo lo que decidas.
―Gracias amiga, por eso te quiero, eres la mejor.
―No mejor que tú mejor amiga.

Me dejó en mi edificio, subí a mi apartamento, y me preparé para irme a acostar. Pero ya acostada, no podía hacer más que pensar en Ernesto, será que... no, solo debe ser porque lo conocí hoy. debo pensar en otra cosa y dormirme ya.

Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
18 de Mayo de 2018

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