A UNA ROSA
Es raro lo adorable de una rosa
bañada de ternura y de rocío
si en la abrupta ribera deja al río
el suave terciopelo en que reposa.
Es dueña de una causa siempre hermosa,
de efímera elegancia lisonjera
que pinta de rubor la pradera
sedienta de su sombra primorosa.
Ampara con su ser grandes amores
o sola su presencia es el destino
de súplicas que aplacan los rencores,
y mientras espinas adivino
elevo a los suspiros sus olores
que van de lo profano a lo divino
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