Cuando muere el amor
Asida en el diván de la impudicia
la pálida doncella se resiste
mas el cupido alado que persiste
esgrime con su flecha la codicia.
Se baten en un duelo la delicia,
el beso y el calor que cruel insiste
y mientras que la luna se desviste
ruge férreo el instinto que desquicia.
Y va cediendo al fin el forcejeo
y en medio del sudor nace un gemido
con bruscos estertores de deseo.
Mas por el lienzo aquel que fue partido
pasa un rayo de luna al coliseo,
se ve muerto el amor, también cupido
05 de junio de 2009
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