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Mostrando entradas de febrero, 2020

Los amigos

Amigo es sinónimo de camarada, de compañero. Amigo es aquel que nos brinda su amistad sincera e incondicional. El término amigo es muy común y lo usamos para llamar así a cualquiera que nos manifieste su amistad, aunque sea solo como una expresión de cortesía o de manera ocasional. Pero el verdadero amigo es aquel que comparte con nosotros las diferentes situaciones de la vida, ya sean estas de alegría o de tristeza, es aquel que sufre con nosotros y le duelen nuestras penas y disfruta de nuestros triunfos. Y aunque es un tanto difícil contar con un amigo, con un verdadero amigo en el amplio sentido del vocablo, porque esa condición requiere sinceridad y entrega sin condición, exige verdadera vocación servicio hacia determinadas personas que de manera recíproca nos han dado muestras de su amistad. Sí existe ese personaje excepcional, digno de llamarse amigo porque su comportamiento ha hecho reconocerlo con altos merecimientos como tal. Florencio Mendoza Granados San

Los pobres desheredados

Algunos con expresión de lástima y compasión, otros, tal vez de cólera y desdén, ven llegar a su casa casi todos los días, a personas que por alguna razón han perdido la protección de sus parientes y han sido abandonados a su suerte con todas las limitaciones que tal abandono conlleva: de vejez, económicas, físicas y hasta mentales. Esa situación de olvido y desatención los obliga a acudir a la caridad de la gente para poder subsistir, y a realizar trabajos con mucho esfuerzo, para poder ganarse un mendrugo para su hambre y conseguir un rinconcito cualquiera para enroscar su cansancio y su desventura y volver de nuevo a enfrentar la dura realidad y en pocas ocasiones, la indiferencia de sus semejantes. Estas personas necesitadas de la caridad humana, carentes de la capacidad física y a veces hasta mental, para ganarse la vida y disfrutar de ella con la dignidad propia de los seres humanos, podrían en nuestro medio, ser protegidos por alguna institución proporcionándoles techo po

Una Historia de Amor

UNA HISTORIA DE AMOR ―Hola Princesa, ¿Qué es de tu vida? ¿Sabías que la gente dice que tú y yo estamos locos? ―Hola, haha. No, no lo sabía. La gente está muy loca, haha. ―Pero no hagas caso Princesa, a la gente le encanta el chisme y los helados de frambuesa. ―Con mucha crema batida, ¿cierto? No, eso me encanta a mí, haha, la crema batida. ―Qué delicioso, pero sobre todo si lo sirven en trocitos entre 5 y 7 grados norte. ―Oh sí, entre más fríos, mejor. ―Sí, con edulcorante monosódico. ―Haha, estás demasiado loco Comandante, de locura que me hace sonreír. ―La locura es necesaria para sonreír en un mundo tan cuerdo. ―Por eso me encanta estar junto a ti. ―Pero estás demasiado cuerda para mí. ―Muy cuerda diría yo, haha. ―Demasiado, y te necesito loca para nuestras conversaciones y aventuras. ―Regálame un poco de locura. ―No te la puedo regalar, debes descubrirla en ti. Sígueme esta vez: Si quieres encontrar tu locura, para empezar debes soñar que puedes

Mateo silvestre

Como todos los niños del campo, sencillos, sinceros y trabajadores, así era Mateo, un muchachito que llegó al pueblo en búsqueda de un hogar que le abriera sus puertas, de una familia que le tendiera los brazos y le diera un poquito de cariño, como le pasa a tantos niños que por azares del destino no han podido disfrutar del afecto de sus seres queridos o que han sido abandonados a su suerte, por sus propios progenitores y por alguna razón, por falta de recursos o tal vez de sentimientos. Así llegó Mateo a la casa, a ganarse la vida con el sudor de sus tiernos años y con la nobleza del niño rural; así aprendió a chinear y a hacer todos esos pequeños y a veces muy pesados oficitos domésticos; así aprendió también a lidiar con los caballos, desde montárselos en pelo, hasta trabajar con ellos. Años después, cuando el gusanito de su juventud le empezó a hacer cosquillas en la planta de los pies, empujándolo hacia nuevos horizontes, se fue, tal vez sin decir adiós y mucho menos, sin

Ahora fue una pulga

Quizá no me lo crean, pero la verdad es que me ha tocado vivir algunas noches casi sin dormir o quizá durmiendo a medias, o mejor durmiendo, que parece que es lo mismo; afortunadamente no es con mucha frecuencia que me suceda esto. El caso es que hay ocasiones en que los animalillos trasnochadores como que se confabulan con otros elementos y nuestras preocupaciones muchas veces baladíes, para hacernos pasar en vela largas y desesperantes horas de la noche: Grillos, zancudos, pulgas, goteras, relojes de pares y problemas familiares, económicos, sociales y de trabajo, reciben sendas invitaciones para echarse un su cabildo abierto la noche menos pensada, mismo que realizan precisamente en el cuarto donde dormimos o pretendemos dormir. Solo esperan que nos acostemos y principian a pedir la palabra unos y otros, armando la gran juerga con el único y malintencionado propósito de hacernos pasar un mal rato y reírse de nosotros ante la imposibilidad de poderles pagar con la misma moneda.

El Zorro y el Sabueso. Un Cuento de Navidad. Capítulo XII. La Navidad.

EL ZORRO Y EL SABUESO UN CUENTO DE NAVIDAD CAPÍTULO XII. LA NAVIDAD  Capítulo anterior: Capítulo XI. Noche Buena, Víspera de Navidad A la mañana siguiente, un toquido en la puerta despertó al zorro, éste se alegró, pensó que el sabueso le había llegado a visitar. Se arrastró como pudo a abrir la puerta, vio hacia arriba para ver al sabueso, pero no vio nada, así que bajó luego la vista y vio a su amiga ardilla. “¡Feliz Navidad!”, le dijo su amiga ardilla, él también le saludó alegremente. La ardilla entró con un costal de nueces que tenía para regalo. En eso se dio cuenta de la herida del zorro y se preocupó. “¿Qué te pasó?”, le preguntó. “Me caí”, dijo él, iba a explicar más, cuando en eso alguien más tocó a la puerta. El zorro fue a abrir, y resultaba que era su amigo el Mapache. Así fueron llegando unos tras otros sus amigos y vecinos, la bambi, la paloma, la tortuga, el castor, el conejo, el pájaro carpintero, de pronto la casa estaba llena de los amigos del bosque.