SE FORJA EL COMANDANTE
Tirado sobre el suelo, boca arriba, le cuesta respirar, ahogándose con su propia sangre. La mano izquierda rasga la tierra, no tanto como ha sido rasgado su corazón, cristales rotos incrustados en su mano derecha le cortan, no tanto como los que cortan y atormentan su mente. Heridas, golpes y desgarros, la arena del reloj se acaba, el caballero bueno, leal, honorable, diáfano, acendrado, el caballero de la luz, del brillo y la blancura, siente como de a poco le abandona la vida. La última batalla la sabía perdida, pero avanzó hacia ella blandiendo su espada en alto, nunca se rindió, siempre luchó hasta su último aliento, marchó adelante a la última “justa”, que de justa poco tenía, un combate uno a uno, que en realidad era una emboscada, pero él lo sabía, e igual marchó hacia ella por su honor y dignidad. El suelo es árido, duro y tostado, el sol abrasador, e imágenes pasan por su mente recordándole como terminó ahí. Como todo cruzado lleva la cruz de su Dios en el pecho, en la muñeca amarrado el pañuelo de su amada, en su escudo el blasón de su familia, su linaje, en el bolsillo las cartas de sus amigos, y en su espada el símbolo de su pueblo. Él luchó por ellos, luchó por muchos, pero en la batalla final se encontraba solo; salvó las vidas de quienes ni siquiera agradecieron, su linaje fue masacrado y los que sobrevivieron le dieron la espalda, su pueblo le olvidó, su amada con él solo jugó, sus amigos le entregaron al enemigo, y su dios le abandonó. No, no fue ante el enemigo que cayó, fue la espada amiga que por la espalda le atravesó. ¿Y todo por qué?, porque fue él el único que creyó, creyó en los valores, en la ética, en el honor, en la divinidad, en el amor, en la justicia, en la amistad, en el valor, en la lealtad, todos ellos se lo dijeron, todos ellos se lo predicaron, pero ninguno lo creía, ninguno de ellos lo practicó, él nunca lo dijo, él nunca lo predicó, pero lo cumplió, porque él fue el único que lo creyó, el único que amó, el único que entregó. Su vista hacia el sol se pone borrosa, se oscurece de a poco. El mundo se convierte para él solo en silencio, vacío, la nada, todo sentimiento se esfuma. Las gotas de sangre siguen cayendo, escribiendo la última historia de un buen hombre que murió con dignidad. Cuando las últimas gotas de sangre salen de su rojo e inerte corazón, el color se va con ellas, y también su quietud. De un negro profundo, el corazón que parecía muerto da un latido, se detiene un tiempo, y da otro latido, se queda quieto una vez más, y luego otro latido, y luego otro, y otro, y la sangre negra recorre de nuevo arterias y venas, y sus ojos se abren. Se levanta y su mirada fría busca calor, la antorcha que arde a su par, y poseído de la locura se prende en fuego. En cuestión de segundos su cuerpo se enciende en llamas, y un fuerte grito se hace eco hacia el horizonte, pues siente todo el ardor en su piel, pero luego hace silencio y se queda viendo su mano, se da cuenta que su piel no se consume, no se quema, no arde, aunque esté bajo las llamas. Algo en él había cambiado. Mientras el viento apaga sus llamas, sigue su camino, vestido de negro, de luto, quién sabe por qué. A algunos quilómetros de distancia se encuentra un mausoleo, la tumba de un antiguo ídolo, de un líder, que mientras él estuvo en coma, al parecer falleció. Se dice que era Comandante, aunque otros cuentan que no murió, algunos dicen que El Comandante existió desde antes de los tiempos, venía de un lugar lejano en el universo, desde el cielo estrellado, y nunca moría, aunque a veces vivía distintas vidas dentro de distintas personificaciones. Conocidas son las historias del Comandante, como la que vivió con Sueños de Escritora o con la Princesa de los Ojos de Cielo Cielo, pero son historias muy antiguas, de antes que se formara esta tierra. Sobre el mausoleo se hallaba una gorra, él de frente a éste la tomó y se la colocó. En ese momento una nueva luz brilló en sus ojos, como en los viejos tiempos, pero esa luz no opacaba su oscuridad, que aun era visible en sus ojos también. Ese día nació El Comandante de las Letras. Alas blancas, alas negras, asciende a los cielos y desciende a los infiernos quien antes fue cadáver andante, pues de las cenizas de José Julián ha nacido El Comandante, un corazón rojo, muerto y sangrante, ha forjado un corazón negro, poderoso y palpitante, y con su tinta sangre, negra e indeleble, escribe dejando su marca en la eternidad, su huella en la historia no tendrá rivalidad, ha roto sus cadenas y vuela en libertad.
Pintando palabras con sangre y fuego
Desde el tintero de mi negro corazón
Publicado: 15 de octubre de 2018
(Escrito varios meses antes)
Nueva Sección "Corazón Negro" inspirada en:
Cyclo, Porta, Santaflow, Zarcort, Piter-G, Eminem y Green A
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