Por lo regular, en todos los pueblos existen personas que por alguna circunstancia especial (extrema pobreza, orfandad, deficiencia física o mental, adicción al licor, etc., etc.) deambulan solitarios por las calles ante la mirada indiferente y a veces despectiva de una sociedad que los margina y hasta les niega una sonrisa, no digamos una tortilla o unos centavbos para poder olvidar su necesidad de un misérrimo alimento que po lo menos, le llene el estómago para acallar el llanto de sus hambrientos intestinos que soportan en silencio su desventura.
Esa situación de abandono que viven por un desafortunado golpe del destinado, los convierte en personajes públicos, conocidos por todo el pueblo con el que se ven olbigados a relacionarse de manera cotidiana y del que van consiguiendo el pobre sustento para medio pasarla y sobrevivir, gracias a la generosidad de algunos de sus integrantes, decimos de algunos porque no todos tienen la buena voluntad de ayudar a estos hermanos que obligados por sus carencias físicas, mentales económicas o de otra índole, tienen que perder la vergüenza y hasta la dignidad por vivir de la caridad pública, aunque algunos se comporten insensibles ante su dolorosa realidad.
¿Por qué no ayudarlos? ¿Por qué no darles algo de lo que nosotros tenemos, para alivirar esa necesidad que tienen ellos de un paupérrimo alimento, si es que se le puede llamar así a unos cuantos bocados que solo servirán para medio saciar su hambre?
Al referirnos a esto infortunados hermanos se nos vienen a la memoria los siguientes versos:
Pobre astroso desvalido,
con acento dolorido
de mis pasoso yendo en pos,
pidióme un débil anciano
tendiendo la sucia mano,
-Una limosna, por Dios.
Ante la su voz plañidera
sentí compasión sincera
y lo quise remediar,
mas no llevaba conmigo
nada que darle al mendigo
para su hambre mitigar.
-Perdón, no llevo dinero
-dije al pobre pordiosero,
y tendiéndole la mano
estreché derl anciano
con ternura y emoción".
Y terminamos el presente artículo con esto: "un céntrimo le di a un pobre y me bendijo a mi madre; no he visto cosa más chica ni recompensa más grande".
San Antonio Huista, Huehuetenango, Guatemala
25 de julio de 2019
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