-Un día de estos nos decía un amigo que desde hace un lustro no venía a San Antonio y que por razones familiares lo hacía con vcierta frecuencia, que cómo ha cambiado el pueblo, que ya no es aquel que conoció y que hace escasos cinco años era distinto.
-Tiene razón, pues igual que otros, ha tenido cambios evidentes en casi todos las órdenes de su estructura: física, social, comercial, vehicular, económica, cultura; su aspecto realmente ya es diferente al de hace pocos años.
-Aparte de los cambios lógicos y naturales que tienen que darse con el paso del tiempo en la vida de los pueblos, existen acon teicmientos que aceleran esa transformación, tal es el caso de la apertura de carreteras por ejemplo.
-Tales vías de comunicación traen consigo la oportunidad de progresar, no solo facilitando la entrada y salida de toda clase de productos, sino despertando en la gente el ánimo, la inquietud y la iniciativa de crear nuevas fuentes de ingresos, que les permita vivir mejor.
-¿Recuerda usted el San Antonio de ayer? tan tranquilo, tan pasivo, nada de carreras ni de cuidados para salir a la calle, en donde lo mas que le podía suceder era toparse con un chucho o resbalarse en un olote, y eso si tan de mala suerte estaba.
-Ahora en tal sentido la situación ha cambiado casi totalmente; lo mas probable al salir sin la prudencia necesaria, es que se tope con un semoviente motorizado, con un canasto de frutas, con una mesa, o con un muñeco de esos que ponene en las aceras para exhibir prendas de vestir.
-Y del mnovimiento de vehículos qué decir, verdad que es exagerado? Su circulación y estacionamiento en nuestras calles dificulta seriamente el paso de peatones, que tienen que verse en serios aprietos para cruzarlas y transitar por ellas.
-Pero no hay de otra, es parte del precio que hay que pagar por el desarrollo de los pueblos, lástima que como complemento de ese avance también venga incluido el incremento indeseable de algunos vicios y de otra serie de acciones nocivas a la sociedad, que no le queda más que aguantar.
-Esta es la realidad que vive el San Antonio de hoy, que ha dejado para el recuerdo aquella vida placentera y apacible, para engancharse obligádamente al caminar casi desaforado de estos tiempos que exigen acción y dinamismo para hacerles frente con mayores posibilidades de éxito.
-Tiene razón, pues igual que otros, ha tenido cambios evidentes en casi todos las órdenes de su estructura: física, social, comercial, vehicular, económica, cultura; su aspecto realmente ya es diferente al de hace pocos años.
-Aparte de los cambios lógicos y naturales que tienen que darse con el paso del tiempo en la vida de los pueblos, existen acon teicmientos que aceleran esa transformación, tal es el caso de la apertura de carreteras por ejemplo.
-Tales vías de comunicación traen consigo la oportunidad de progresar, no solo facilitando la entrada y salida de toda clase de productos, sino despertando en la gente el ánimo, la inquietud y la iniciativa de crear nuevas fuentes de ingresos, que les permita vivir mejor.
-¿Recuerda usted el San Antonio de ayer? tan tranquilo, tan pasivo, nada de carreras ni de cuidados para salir a la calle, en donde lo mas que le podía suceder era toparse con un chucho o resbalarse en un olote, y eso si tan de mala suerte estaba.
-Ahora en tal sentido la situación ha cambiado casi totalmente; lo mas probable al salir sin la prudencia necesaria, es que se tope con un semoviente motorizado, con un canasto de frutas, con una mesa, o con un muñeco de esos que ponene en las aceras para exhibir prendas de vestir.
-Y del mnovimiento de vehículos qué decir, verdad que es exagerado? Su circulación y estacionamiento en nuestras calles dificulta seriamente el paso de peatones, que tienen que verse en serios aprietos para cruzarlas y transitar por ellas.
-Pero no hay de otra, es parte del precio que hay que pagar por el desarrollo de los pueblos, lástima que como complemento de ese avance también venga incluido el incremento indeseable de algunos vicios y de otra serie de acciones nocivas a la sociedad, que no le queda más que aguantar.
-Esta es la realidad que vive el San Antonio de hoy, que ha dejado para el recuerdo aquella vida placentera y apacible, para engancharse obligádamente al caminar casi desaforado de estos tiempos que exigen acción y dinamismo para hacerles frente con mayores posibilidades de éxito.
San Antonio Huista, Huehuetenango, Guatemala
21 de noviembre de 2019
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