Un último verso trazado desde la tierra hacia el cielo pone punto y final al último poema escrito con papel y tinta, abriendo la portada de un nuevo libro que será escrito con trazos de luz sobre el firmamento. Un último abrazo antes de partir, recibo su pluma para continuar el legado, aún no estoy listo para tomarla, pero la recibo como la última lección de mi maestro favorito, enseñándome que la mayor maestra es la vida misma, y que con amor hay que vivir y recibir su cátedra, incluso si a veces algunas de sus lecciones nos desgarran, y aunque a veces estemos tristes y la muerte sea ineludible, se debe amar sin medida y hay que recibir las desgracias siempre con una sonrisa, y señalando al firmamento hacia la nube más pequeñita, me dice bromeando y riendo que ese será el suave y acogedor asiento donde se sentará, y que si no lo veo no es porque no esté, sino que por su baja estatura y lejanía talvez no lo alcance a ver. Entonces desde el centro de su amado pueblo San Antonio Huista y tras un último suspiro, se empezó a ver una luz brillante que se elevaba hacia el cielo, una luz de intelecto, de periodismo, de poesía, y se fue alejando en las alturas hasta que se sumó como una estrella más en el firmamento. San Antonio Huista se sintió desolado y en medio de las tinieblas, acostumbrado a ver la luz entre sus calles, pero no llores pueblo toneco, solo tienes que elevar la mirada y ver que la luz sigue ahí iluminándote con el mismo amor de siempre. Admirado, alegre y sonriente, con su pluma entre mis manos, me siento a contemplar el cielo de la noche que hoy está tan claro como si hubiera un sol, y recordando nuestro último abrazo con esta pluma escribo este hasta pronto, te quiero mucho abuelito☺️❤️✍🏼.
El Comandante de las Letras (José Julián Elizondo Mendoza)
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