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Minutos
Como ya es sabido, la música de mi compatriota Ricardo Arjona es de mis preferidas, tanto en melodía como en letras destacan bastante. Esta en especial tiene además un trasfondo filosófico muy potente, pues habla del tiempo y de cómo este se nos escapa entre las manos. Para alguien que añoraría la eternidad como yo, cada minuto que pasa y muere es una tragedia, pues es un minuto menos de vida que me queda. En una Eternidad siempre se podría empezar de nuevo, y en el infinito del universo siempre habrían sueños por hacer, pero la condena de la muerte, además de la del sufrimiento, hacen de esta existencia un triste valle de lágrimas, aunque para atravesarlo debamos convertirlo con nuestra poesía en una primavera de flores, pues de lo contrario moriríamos tristes, si la vida tiene final, mejor morir felices, pero si la felicidad se acaba porque sobreviene el sufrimiento o la muerte, ¿qué sentido tiene?, nos encontramos ante el absurdo, no hay sentido aunque nos esforcemos en construirlo, y la finitud de nuestro tiempo, el no poder regresar y rectificar, el no poder empezar de nuevo, es una injusta y cruel condena.
En este contexto, la canción de Arjona, centrada además en un tema tan potente como el amor, ese sentimiento que nos hace creer que vemos a un Dios inexistente, ese fantasma que nos hace creer en la eternidad y la plenitud, cuando la tienes a ella entre tus manos y el paraíso parece hacerse presente, eso tan potente que nos hace pensar que la vida tiene sentido, y sin embargo, se nos escapa también entre los dedos, muriendo el amor con el tiempo, decepcionándonos, alejándose de nosotros o destruyéndonos, me hace sentir cada vez que siento de nuevo amor por alguien el pesado tictac del reloj preguntándome ¿cuándo finalizará?
El video de la canción no me gusta, me enoja mucho, me cae muy mal el villano de la cárcel, y más mal la mujer por no esperarlo, ¿Por qué las princesas no esperan como en el muelle de San Blas?, ¿por qué no arriesgan?, la mayoría de los amores se arruinan porque no están dispuestas a darlo todo. Sin duda el protagonista del video es un personaje trágico, pues manteniendo su honor en el infierno de la cárcel, es sin embargo traicionado por la chica. Técnicamente no es traicionado, pero como si lo fuese. Entonces, ¿Qué valor deberíamos de dar a una princesa en específico?, ninguno, eso nos enseña esa historia, pero eso no quiere decir que no demos importancia a una princesa, en general, a la interacción con la princesa que en cada momento podamos amar siendo amados, pues es la única salvación para la tragedia de la vida, ese pequeño y efímero instante de paraíso es lo que da sentido a la vida.
La letra es lo que más me gusta de esta canción y lo que la ubica entre mis favoritas:
“El reloj de pared, anunciando las seis veintitrés, el pasado con sed, y el presente es un atleta sin pies.” Porque al pasado siempre le falta algo, a veces las cosas quedaron sin finalizar, queríamos más y no continuamos la historia, y por otro lado, el presente quiere ir hacia sus sueños del futuro, o hacia la chica según sea el caso, pero en ambos escenarios, no tiene pies, a veces se llega, pero no suficientemente rápido, a veces se llega a destiempo, talvez siempre se llegue a destiempo.
“Ya son las seis cuarenta y tres y el cadáver del minuto que pasó me dice así se vive aquí te guste o no, la nostalgia pone casa en mi cabeza, y dan las seis con cincuenta. ¡¿Quién te dijo que yo, era el sueño que soñaste una vez?!, ¡¿Quién dijo que tú, voltearías mi futuro al revés?! Ya son las siete dieciséis y el cadáver del minuto que pasó me dice: tu estrategia te arruinó, no queda más que ir aprendiendo a vivir solo, si te quedan agallas.” Lo accidental del amor que no se elige, pues es él el que nos elige a nosotros, hace que siempre se ame a quien no conviene o en el momento en el que no conviene a nuestra vida o de la otra persona. La nostalgia del pasado afortunado, o la añoranza de un futuro pleno, son dos lugares a los que no se puede ir, y no queda más que aprender a vivir solo, y para vivir solo sin morir de vacío se necesitan agallas. Aquí me encanta la exclamación cuando pregunta por “quién” y el tono con el que lo canta Arjona.
“La casa no es otra cosa que un cementerio de historias, enterradas en fosas que algunos llaman memorias. ¡Minutos!, cómo sale la herida, se me pasa la vida, gastando el reloj. ¡Minutos!, son la morgue del tiempo, cadáveres de momentos que no vuelven jamás, no hay reloj que de vuelta hacia atrás.” Tristemente no se puede dar vuelta hacia atrás, ojalá fuese posible regresar el tiempo y hacer de la vida, eterna.
“Cómo duele gastar el instante en el que tú ya no estás, cómo cuesta luchar con las cosas que no vuelven más.” ¡Cómo duele! “Ya son las nueve veintitrés y el cadáver del minuto que pasó se burla de mis ganas de besar la foto que dejaste puesta en el buró.” Con todo esto me identifico, aunque con la frase que omití no, por eso la omití y la omite mi cerebro cuando escucho la canción.
“El ministerio del tiempo puso sede en mi almohada, ahí te encuentro a momentos, aunque no sirve de nada. ¡Minutos!, cómo sale la herida, se me pasa la vida, gastando el reloj. ¡Minutos!, son la morgue del tiempo, cadáveres de momentos que no vuelven jamás, no hay reloj que de vuelta hacia atrás.”
“Minutos que se burlan de mí, minutos como furia de mar, minutos pasajeros de un tren que no va a ningún lugar, minutos como lluvia de sal, minutos como fuego en la piel, minutos forasteros que vienen y se van sin decir, minutos que me duelen sin ti, minutos que no pagan pensión, minutos que al morir formarán el batallón del ayer. Minutos que se roban la luz, minutos que me oxidan la fe, minutos inquilinos del tiempo mientras puedan durar, minutos que disfrutan morir, minutos que no tienen lugar, minutos que se estrellan en mí, son camicaces de Dios.” Esta narración que hace Arjona es tan descriptiva, justo así se sienten los minutos que pasan, así de cruel se siente el tiempo que pasa, que te arrebata a tus seres queridos, destruye tu cuerpo lentamente hasta que mueres, te quita las princesas que amas, destruye todo lo que amas y a ti mismo, como fuego en la piel, minutos que oxidan la fe, y si Dios existe, con tales camicaces, sería una prueba de que es un Dios cruel y malvado, aunque talvez no exista, lo único que es seguro con este fuego que nos quema del sufrimiento y la muerte es que uno bueno no existe, solo vemos su fantasma en el momento efímero del amor pleno, espejismo que se esfuma cuando sus minutos mueren.
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