NO HAY DE OTRA
La ingrata necesidad ha obligado a nuestra gente a autocondenarse al destierro voluntario, y simultáneamente condenar a sus seres queridos al dolor de su prolongada y a veces definitiva ausencia.
Esta es, desgraciadamente, la dolorosa realidad que en estos tiempos está viviendo nuestro pueblo, este es, para bien o para mal, el destierro de los nuestros, vivir soñando llegar al norte y exponer a los suyos, a quedarse solos, sin su necesaria presencia, la presencia del esposo, del padre, del hijo o del hermano que era o es parte del sostén de la familia, de la esperanza del hogar.
Y este video lo vemos a diario en nuestro medio porque la migración del paisano a las tierras del tío Sam es permanente, o al menos la ilusión de llegar a ellas, aún corriendo el riesgo de perder hasta la vida, ya no digamos el dinero que quien sabe con cuánto sacrificio consiguieron para que, con tan mala suerte un coyote desalmado trunque sus sueños.
Pero no hay de otra, ya lo hemos dicho en repetidas ocasiones, y muchos lo han dicho también, en nuestra propia tierra no hay manera de cambiar el trote, siempre al mismo paso, con las mismas penas, sin que se tenga la oportunidad de salir adelante; la situación que vivimos no nos permite acariciar la esperanza de un futuro mejor, salvo que nos dediquemos a la rapiña y nos expongamos a morir descuartizados o rostizados en cualquier lugar, o nos metamos a un partido político que nos dé la oportunidad de hacer nuestros centavitos sin mayor esfuerzo, pero perdiendo la vergüenza y la dignidad.
Por eso, por la ingrata necesidad de subsistir y mejorar sus condiciones de vida de manera honrada y digna, nuestra gente, especialmente joven, se ve obligada a buscar mejores horizontes en el norte, aunque en esa búsqueda se exponga a perder lo más preciado, su vida o la familia, ese grupo de seres queridos que cifra en el que se va, la concreción de sus más caros sueños, pero que en el peor de los casos pudiera ser el trágico fin de sus ilusiones, al olvidarse que en su tierra se quedaron una esposa, unos hijos y unos padres que lloran su ausencia.
San Antonio Huista, Huehuetenango, Guatemala
Del compendio de abril, 2017.
Comentarios
Publicar un comentario