Lo cierto es que todos esos sitios poblado de cafetos y chalunares, casi en su totalidad y que un día albergaron guayabales, Zuquinayes, cinco negritos, pomarrosales y toda clase de frutales, supieron de nuestras andanzas y sufrieron por muchos años la invasión despiadada de nuestra pandilla, que ávida de aventuras de natural glotonería patojil , los deshojaba hasta de sus frutos tiernos.
Todo eso y mucho más recordamos de aquella época feliz, cuando después de pasados muchos años, volvemos a recorrer esos solares que hoy caminamos de nuevo, no con la intención de aquellos tiempos, de repetir las hazañas que de patojos fuimos capaces, y mucho menos de gastar las energías que de plano nos sobraban, sino que llenarnos de recuerdos, de vivir tiempos lejanos y darle a nuestra ya cansada estructura orgánica, la oportunidad de aguantar un poco más los avatares de la vida.
San Antonio Huista, Huehuetenango, Guatemala
30 de mayo de 2019
Comentarios
Publicar un comentario