que hasta el fondo de mi alma te haz metido,
y palpita tu nombre aquí en mi pecho,
lo repite el corazón en sus latidos.
Ojalá no seas para mí una ilusión,
una ilusión como muchas, una quimera,
que solo vengas a herirme el corazón
y te vayas de mi vida cuando quieras.
Porque creéme sí, traviesa muchachita
que te adoro con ciega idolatría,
y que el día que te vayas de mi vida
dejarás en mí corazón en agonías.
Llegaste a mí cuando menos lo esperaba,
a encender en mi alma el fuego del amor,
hoy ese fuego me está esperando el alma
y no quiero que lo apagues, por favor.
No lo apagues ni bien, yo te lo pida,
no me causes, por piedad ese dolor,
mantenlo con tus besos encendido,
que ya me acostumbraste a su sabor.
Dios te puso en mi camino para amarte,
y estrecharte entre mis brazos con pasión,
y jamás, pero jamás abandonarte
porque tú eres de mi vida la razón.
San Antonio Huista, Huehuetenango, Guatemala
Escrito en 1963
17 de enero de 2019
Comentarios
Publicar un comentario