Y a esa manera de conducirnos como personas civilizadas debe prestársele mayor atención cuando ocupamos un cargo, porque es nuestra obligación tratar de hacernos dignos acreedores de la confianza de quien o quienes nos lo han asignado, desempeñándolo con responsabilidad y eficiencia.
Sabemos que como humanos somos proclives a cometer errores pero sabemos también que como tales tenemos la capacidad de enmendarlos, siempre que tengamos la voluntad de hacerlo.
Tratemos entonces de mejorar nuestra conducta, si es que la hemos orientado por caminos equivocados, si es que la hemos orientado por camino equivocados, retomemos la ruta que nos conduzca a la recuperación de nuestro prestigio si es que lo hemos deteriorado, y si en verdad queremos cumplir con la misión que como miembros de una sociedad estamos obligados moralmente a realizar.
Nada nos cuesta tratar de cambiar la imagen negativa que de nosotros se hayan formado por nuestro propio descuido, solo es cuestión de proponernos a mejorar nuestra conducta dentro del medio en que nos ha tocado vivir, de poner toda la voluntad que somos capaces de generar en beneficio de nuestra propia estima.
San Antonio Huista, Huehuetenango, Guatemala
12 de diciembre de 2019
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