EL ZORRO Y EL SABUESO
UN CUENTO DE NAVIDAD
CAPÍTULO III. VIAJE FABULOSO
Partieron a ese lugar espectacular en uno de sus días de juego, lo decidieron así sin más, no estaba planificado. Caminaron bastante a través de los árboles, más allá de las casas de los últimos conocidos del Zorro, caminaron por senderos y atravesando uno que otro charco o colina y ellos jugaban como si estuviesen atravesando un lago o una montaña. Siguieron caminando y caminando, hasta que detrás de unos arbustos, al salir de estos, sus ojos se quedaron asombrados al ver el maravilloso paisaje de una especie de alameda amplia y despejada donde entraba bastante luz del sol, y se veía buena parte del cielo, paraje que era partido en dos por un río hermoso de aguas cristalinas. El zorro y el sabueso asomaron sus cabezas por el río, y vieron sus reflejos en el agua, aún sin salir de su asombro, absortos. En eso el zorro volteó a ver al sabueso que seguía viendo el agua, y lanzó con su pata un poco de agua al sabueso, y ambos se rieron, y entonces el sabueso le lanzó agua al zorro, y ambos rieron otra vez.
Luego buscaron un lugar donde las aguas estuviesen poco profundas, y atravesaron el río saltando de piedra en piedra. Al otro lado había una gran cantidad de flores de todos colores, era un lugar muy bonito, y los árboles frondosos, cuyos troncos se extendían a lo largo del río, enriquecían tan hermoso paisaje, en donde el azul del cielo despejado y soleado hacían de ese un paisaje ameno y singular. “¿De dónde vendrá este río?”, preguntó el sabueso, “no estoy seguro” dijo el zorro, “pero conozco otro lugar fabuloso, donde parece que se genera el agua, pero queda al otro lado del bosque, un día lo tenemos que visitar, es un lugar fantástico, es un lugar mágico, mi papá me ha llevado a ese lugar, no es siempre, pero hay ocasiones que en ese lugar, ¡el arcoíris toca el suelo! Apuesto a que te va a encantar”, “claro, me encantaría conocer nuevos lugares, y ese lugar que cuentas se escucha maravilloso”, dijo el sabueso. Siguieron platicando, cuando en eso, el perro le sacó algo que llevaba, y le dijo al zorro: “mira lo que traje”, “¡la pelota que te regalé!”, dijo emocionado el zorro, que tiempo antes había conseguido esa pelota con el Señor Ardilla, una sencilla pelota de madera de bosque forrada de tela que le había conseguido al sabueso, “qué alegre que la hayas traído, así con ella podremos jugar. Vamos, lánzala”. Jugaron, corrieron y rieron, disfrutando aquella aventura como muchas más. Así de alegres y fabulosos eran aquellos días, quién diría que un día tendrían que llegar a su final…
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
Escrito de diciembre de 2018 a enero de 2019
Capítulo Siguiente: IV Travesía por la ciudad.
Nota 1: Imagen: David Bilson, Disney. Uso basado en el Free Use al ser uso no comercial de un fragmento de la obra para la creación de una nueva obra con concepto diferente, no habiéndose copiado la sustancia de la obra y no afectando el presente uso la explotación comercial normal de la obra. Tomada de: https://www.pinterest.es/sarahk4171/david-bilson/ .
Nota 1: Imagen: David Bilson, Disney. Uso basado en el Free Use al ser uso no comercial de un fragmento de la obra para la creación de una nueva obra con concepto diferente, no habiéndose copiado la sustancia de la obra y no afectando el presente uso la explotación comercial normal de la obra. Tomada de: https://www.pinterest.es/sarahk4171/david-bilson/ .
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