EL ZORRO Y EL SABUESO
UN CUENTO DE NAVIDAD
CAPÍTULO VI. LAS COMPRAS DE LA SEÑORA TORTUGA
Zorro vivía muy feliz en el bosque junto a muchos amigos, aprendió con su amigo mono araña a saltar de árbol en árbol, aprendió carpintería con su amigo pájaro carpintero y trabajaban juntos en ello, con su amigo mapache fueron a trabajar con su amigo el castor para ayudarle en la construcción de un dique, y con su amigo conejo sembraban zanahorias, con su amiga paloma mensajera entregaban algunas cartas, con su amiga cebra salían a correr todas las mañanas, y con su amiga ardilla montaron un negocio de nueces, e incluso con su amiga bambi viajaron a un lago muy pero muy lejano, donde pasaron varias aventuras por varios días.
Su vida no podía ir mejor, ni siquiera tenía por qué visitar la ciudad, pero un día la señora tortuga le pidió favor al joven zorro si no podía hacerle favor de ir a traer algo a la ciudad, y él no se pudo negar puesto que era una señora ya mayor, así que accedió, y después de mucho tiempo que tenía de no ir visitó la ciudad. Afortunadamente la tienda quedaba en las afueras, así que fue a la misma, compró lo que se necesitaba, y salió de ahí rápidamente, salió tan veloz, que no se fijó, y sin querer topó con alguien, cayéndosele la bolsa de las compras, y en la rapidez de los acontecimientos, se dio cuenta que era un perro, levantó rápido las cosas para salir corriendo y no le pasara lo de la otra vez, cuando en eso se fijó que era el sabueso. A él le dio mucho gusto saludarlo, le preguntó que cómo estaba, el sabueso le dijo que bien, y que le alegraba mucho verle. El zorro le dijo que a él también le alegraba verle. El zorro entonces sacó de entre sus cosas un huevo de pascua que llevaba de casualidad, pues justamente era época de pascua, y aunque abundaban en esos días, se lo dio al sabueso y le dijo “por los viejos tiempos”. El sabueso sonrió y le dio las gracias. Entonces el zorro se despidió y se fue rápidamente.
Pero no había llegado al final de la calle cuando el sabueso le dijo: “espera”. El zorro entonces se detuvo, y el sabueso le hizo señas de que regresara, entonces él regresó, y al llegar al sabueso este le dijo que se sentía mal, que, si lo podía ayudar, el zorro le dijo que por supuesto, que le dijera qué necesitaba y él lo ayudaría. El sabueso le dijo que si podía reunirse con él en un parque de la ciudad un día para platicar, el zorro le dio un poco de miedo tener que volver una vez más a la ciudad, quizá hubiese preferido decirle que se reunieran en su antigua zona de juego, pero al ver cómo hacía el sabueso sus ojos grandes, tristes y suplicantes, conmovieron el corazón del zorro haciéndole olvidar por un momento los peligros de la ciudad, le dijo que estaba bien, quedaron, y el zorro siguió su camino hacia el bosque a entregar a la Señora Tortuga lo que le había encargado.
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
Escrito de diciembre de 2018 a enero de 2019
Capítulo siguiente: VII
Nota 1: Imagen: David Bilson, Disney. Uso basado en el Free Use al ser uso no comercial de un fragmento de la obra para la creación de una nueva obra con concepto diferente, no habiéndose copiado la sustancia de la obra y no afectando el presente uso la explotación comercial normal de la obra. Tomada de: https://www.pinterest.es/sarahk4171/david-bilson/ .
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