EL TESORO DE LOS CONEJITOS
Tres saltarines conejitos, suaves, blancos y pequeñitos, en el bosque saltaban y saltaban, mientras se divertían y jugaban. Una brisa sobre ellos cayó y un arcoíris al horizonte se divisó. Una leyenda habían ellos escuchado, de mucho oro en una olla guardado, que al final del arcoíris estaba, y que era de cualquiera si acaso lo encontraba. Así que juntitos, saltaron y saltaron lejitos, pero cuando que estaban cerca les parecía, el arcoíris en el acto se desvanecía. Les pasó una y más veces, y así siempre les pasaba, el arcoíris siempre se les escapaba. Al sabio señor Búho consultaron, cómo llegar al final del arcoíris le preguntaron. Desde su árbol de morada, les dijo que fácil no era nada, desde la tierra no podréis llegar, por el aire tendréis que volar, amigos voladores tendréis que encontrar, pero para que el arcoíris no se vaya a espantar, un ave grande no debéis buscar, sino un ave tranquila y delicada, que su labor haga dedicada, un colibrí que trata a una flor, con delicadeza, esmero y Amor, es el ave que les ayudará, que al arcoíris alcanzará. Entonces los conejitos buscaron, y tres amigos colibríes encontraron, si los llevarían en la próxima brisa con sol les preguntaron, y ellos alegres aceptaron. Un nuevo arcoíris apareció, con la próxima brisa que cayó, cada colibrí a un conejito tomó, cada uno hasta el arcoíris voló, y a cada uno en la cima del arcoíris lo soltó. Los tres conejitos resbalados se fueron, en un tobogán de colores y alegría cayeron, hasta que al final del arcoíris llegaron, y ahí en una olla encontraron, algo que para ellos era un gran tesoro, pero que no era plata ni oro, era un tesoro de naranja color, para ellos el más delicioso sabor. ¿Sabes tú qué tesoro encontraron, al final del arcoíris al que llegaron?
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
El Comandante de las Letras
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
Escrito en 2016. Publicado 24 de agosto de 2019
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