LA CATA (CAPÍTULO VII)
Seguimos platicando los tres un poco más aquella noche, hasta que llegó el tiempo de despedirnos. Despedí a Danniela con un beso en la mejilla, tersa y suave y le dije al oído.
―Nos vemos el viernes.
Ellas subieron a su auto, yo subí al mío, y regresé a casa. Aquella noche acostado en mi cama no pude más que pensar en ella, esperando con ansias que llegara el día viernes para verla otra vez.
A la mañana siguiente, recordando las vivencias de la noche anterior con mucha alegría, de pronto caí en la cuenta que había dejado mi botella de vino Contador en Ladi Godiva, jajaja, cómo podía ser, estaba tan concentrado en Danniela que se me olvidó por completo mi botella de vino, y para que a mí se me olvide un vino... Esa mañana pasé al lugar, donde me habían guardado la botella, y me la dieron muy amablemente.
Aquella noche había estado espectacular, y mi semana la pasé entusiasmado esperando a que llegara el ansiado viernes. Continué con mis actividades cotidianas, temprano en la mañana cuidando de mis vinos en crianza, el resto de la mañana haciendo trabajo editorial revisando escritos para una Editorial, escribiendo para una revista lúdica y para una de enología, cafés con los amigos por las tardes, y escribiendo por las noches en mi estudio.
Aunque estaba ansioso por ver a Danniela, algo dentro de mí todavía parecía sentir algo por Mariana, y estaba un poco indeciso sobre qué sentía en realidad por Danniela. Mariana era el Amor de mi vida, y es que..., no puede haber más de un Amor Verdadero, al menos de pareja, ¿cierto? Además solo conocía de un día a Danniela, con Mariana en cambio habíamos vivido tantas cosas, habíamos pasado por tanto, nuestra relación duró varios años, logramos soportar tantas dificultades juntos, nos apoyamos, conocimos a nuestras respectivas familias, viajamos, celebramos aniversarios, reímos, lloramos, tantos abrazos, tantos besos, tanto que habíamos construido juntos, no podía ser que tantos años de relación los hiciera tambalear Danniela con un solo día, ¿cierto? No, no podía ser, quizá no es amor, quizá es deseo, lo que todo hombre sentiría por cualquier mujer atractiva, o quizá ella me sedujo, quizá en vez de ser el cazador terminé siendo la presa, jaja. No sé qué pensar, la razón me dice que no, pero no puedo negar que junto a ella en un solo día he sentido algo diferente a lo que sentí durante tantos años con Mariana, no sé si es más o menos, pero sí diferente.
Finalmente, después de tanta espera, el viernes llegó. Mi rutina diaria, que por cierto no es tan rutinaria porque cada día hay una nueva aventura, transcurrió con normalidad. Pero después del almuerzo, una llamada llegó a mi celular. No sé que nombre esperaba que apareciera en el celular, pero mi corazón latió un poco más fuerte, lo tomé, vi la pantalla y... no, nada importante, era solo un amigo que me llamaba para ver si iría a la exposición y cata de vinos en Casa Rioja. Colgué y seguí en mis cosas, pero un rato después otra llamada llegó a mi celular. Lo cogí esta vez más rápido y sin pensarlo mucho, pero cuando leí ese nombre... era Mariana. No sabía que hacer, ¿por qué me estaría llamando?, no supe qué pensar y solo contesté.
―Hola Ernesto, ¿cómo te va?
―Bien gracias Mariana, ¿y a ti?
―También bien gracias, bueno más o menos.
―En qué te puedo servir.
―Ernesto, perdona que te llame, en serio, pero eres la única persona que me puede ayudar.
―Te escucho.
―En serio, perdona, si no puedes en serio te entenderé, pero igual tenía que intentarlo, es que es importante para mí.
―Pero no me has dicho en qué te puedo ayudar, tranquila, yo te aprecio mucho, y si te puedo ayudar con mucho gusto. (Decía "te aprecio", con ganas de decirle que la amaba, decía que podía ayudarla, con ganas de decirle que haría cualquier cosa por ella)
―Es que no sé si recuerdas, pero hoy es el cumpleaños de mi mamá, le organizamos algo hoy en la tarde para celebrárselo, pero mi carro se arruinó, y con eso de la huelga que tienen los taxistas contra el ayuntamiento, no tengo cómo irme, y tú sabes que a mí nunca me ha gustado ir en colectivo.
―¿Quieres que te vaya a traer y te lleve?
―Si no es mucha molestia, en serio perdona, pero tú sabes que la casa de mi mamá está hasta el otro lado de la ciudad, y no tengo cómo irme, y no quiero quedarle mal, en serio no te llamaría si no fuese importante para mí.
―Está bien, no te preocupes, voy por ti ahora mismo.
―En serio muchas gracias, no sabes cuánto te lo agradezco.
―Ok, nos vemos.
Colegué, y una felicidad me invadía, sentí como si tuviese de nuevo una oportunidad con Mariana. Pero no, no podía hacerme de ilusiones, solo me había pedido un favor, lo sé, pero qué puedo hacer si me sentí alegre de poder verla otra vez, así que disfruté de esa alegría. Pero hoy tengo la cita también con Danniela, y hasta un rato después me puse a hacer cuentas, y con el tráfico, eran como veinte minutos de mi casa a la casa de Mariana, como una media hora de la casa de Mariana a la casa de su mamá, y otra media hora aproximadamente de la casa de su mamá al lugar en que habíamos quedado con Danniela, ya de ahí sí nos quedaba cerca Casa Rioja, pero tenía que correr, tenía que salir ya.
Me arreglé lo más rápido que pude, y salí para la casa de Mariana.
Continuará...
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
1 de junio de 2018
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