Justo en la alameda de la
calle 15 cerca de aquel muro lleno de grafiti María que en este caso es una
pequeña de 12 años quien por las mañanas estudia y por las tardes trabaja
vendiendo paletitas de corazón esas rojas que tienen buen sabor y se acaban
rápido, ese día estaba sentada y no en la banca de los artistas sino más bien
en la banqueta de abajo ya que según comentaron sus buenas amigas que pasaban
el chisme de un extremo a otro más rápido que un político cuando dispone a
levantarse de una silla ¡llegarán los artistas!
y no podían siquiera asomarse ya que se les robaba oxígeno y ya el autógrafo
hasta como ofensa lo tomaban, para su consuelo hay artistas verdaderos que no
pierden el tiempo tratando de llamar la atención de todos, saben que son
talentosos y ese talento los hace grandes en humildad, ¡esos son mis favoritos!
Hablo sola y pronto pensarán que estoy loca y me pondrán de apodo “la loca de
la alameda” ya no “la niña que pintó la alameda
“ que ya no existirá por la grabación de una película, que decepción aquí las
personas supuestamente importantes son aquellas que viajan en avión, que en
vacaciones se van a cruceros y el trabajo es casi servido, pero y, ¿Qué hay de
la niña de las paletitas? A caso deja de ser importante por no tener todo esto,
acaso no merece que la alameda en pintura este en uno de los museos, ¿será
tanto pedir? Estaba pensando ella todo esto cuando un hombre de lentes se
aproximaba a eso de las 6 de la tarde con gafas obscuras ¡qué gracioso! Pensó María
gafas a esta hora, ¡que locura! Hey niña ¿dónde están los artistas? preguntó
aquel hombre a lo que María respondió: seguro en la escuela, lustrando zapatos
en el centro, viajando en auto bus, limpiando casas ajenas, pidiendo limosna o
perdiendo el tiempo hablando con un señor que cree ser dueño de mi querida
alameda.
Recuerdo el día como si hubiera sido ayer, ese día en el que nos enteramos de tu llegada, fue una oleada de ilusiones, preocupaciones e incertidumbre pero sobre todo de amor, un pequeño pedacito de los dos y del gran amor que sentimos crecía dentro de mi. Desde el primer momento todos te esperábamos con tanta ilusión, eras tan deseado mi pedacito de cielo, tus abuelos se enojaron un poco, pero fue más fuerte el amor que sentían ya por ti que nada más importó. Toda tu familia se sentía muy emocionada por tu existencia. Recuerdo la primer ecografía, nos asustamos un poco porque no te encontrábamos, la doctora indicó que todo estaba bien, que regresáramos en 2 semanas y claro ahí estabas tú, una pequeña bolita en este mundo tan grande, pero con tantas ganas de vivir. Eras muy inquieto y muy hambriento por supuesto, al parecer tu fruta favorita era la mandarina y vaya tiempo en el que decidiste eso, pues era el mes de mayo, ¡imagínate! ¡Las mandarinas no se dan hasta en el mes d...
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