Si no has leído la primera parte de esta historia, te recomiendo que la leas, aquí la podrás encontrar.
Nicolle entró a su casa muy emocionada pues Eduardo le parecía muy guapo, además su compañía es agradable y tiene unos ojos hermosos, claro aún le hace falta conocerlo bien, pero es amable y educado, eso fue lo que Nicolle notó, pero aún hay tiempo para que puedan conocerse mejor.
Al día siguiente...
Nicolle se levantó muy temprano, tenía un brillo en los ojos él cual no aparecía desde hace un buen tiempo, desayunó y comenzó con los que haceres de la casa. Después de un buen tiempo limpiando y cocinando terminó y por fin pudo irse a duchar, para todo eso se dio cuenta que ya era medio día, se arregló, se puso un vestido estampado de margaritas con un fondo negro y tenían que ser margaritas por supuesto, pues eran sus favoritas, tacones bajos y se dejó suelto el cabello, su hermoso cabello negro ondulado caía sobre sus hombros y unos que otros mechones alborotados sobre su rostro, era hermosa sin necesidad de arreglarse pero claro la ocasión lo ameritaba.
El nerviosismo y las ansias de verlo comenzaron a recorrer su cuerpo algo que no había sentido desde hace años.
El tiempo pasaba y pasaba Nicolle sentía que los minutos eran horas y los segundos minutos.
Eduardo también se levantó muy temprano pues tenía un partido de tennis muy importante, desayunó, tomó sus cosas y se dirigió al club en donde jugaría, estaba tan emocionado por el partido que se olvidó de la hermosa joven que había conocido el día anterior, aquella joven que lo cautivo en cuestión de segundos con ese hermoso vestido rojo y esos encantadores ojos color miel pero al parecer el partido era más importante.
Al terminar el partido sus amigos lo felicitaron por haber ganado y por el excelente puntaje alcanzado, lo invitaron a salir a lo que exclamó - ¡he olvidado nuestra cita!- Y en ese instante salió corriendo directo a su casa.
Al llegar se duchó rapidamente pues ya eran las 3 de la tarde, se puso una camisa cuadriculada color azul pues combinaba perfectamente con sus ojos, jeans negros y zapatos casuales, se peino y se perfumó, tomó su sombrilla, en el camino pasó comprando un ramo de girasoles y fue por Nicolle.
Nicolle comenzó a sentirse triste pues era de esperarse, cómo pudo confiar en alguien que apenas empezaba a conocer, ya eran las 4 de la tarde y Eduardo no aparecía, sabía que esto no era una buena idea, hacía un tiempo se había enamorado completamente de alguien quien le dejó el corazón destrozado y sus ilusiones por el suelo no quería que eso volviera a suceder por eso había prometido no volver a caer en las mentiras de alguien, pero Eduardo era la excepción, algo tenía que la había cautivado, quizá sus ojos o su sonrisa. Estaba a punto de irse a cambiar pues se había decepcionado cuando de repente ¡ding dong! el timbre sonó, su corazón comenzó a latir rápidamente pero no quiso parecer ansiosa así que esperó al segundo toque y fue a abrir.
Y ahí estaba él, con sus encantadores ojos que reflejaban el cielo, su hermosa sonrisa tan radiante como el sol y su adorable presencia que la hacia sentir tan especial y diferente.
-¡Wow Nicolle! ¡Qué hermosa estas!
-Gracias, tu no te quedas atrás Eduardo, estas muy guapo, le dijo Nicolle sonrojándose.
-Toma te traje esto, le dijo Eduardo entregándole el ramo de girasoles.
-Gracias están preciosos. Dijo Nicolle pensando: -¡Qué ironía, entre girasoles y margaritas él decidió girasoles!
-¿Me acompaña señorita? le dijo abriendo la sombrilla, en realidad no estaba lloviendo pero Eduardo pensó que sería divertido y especial pues así se habían conocido.
-Sería todo un placer, le respondió tomándolo del brazo.
Se dirigieron al café que quedaba a unas cuadras de la casa de Nicolle, el lugar era rústico pero muy romántico en realidad, decidieron sentarse en la parte de afuera para apreciar el paisaje, ordenaron y ella pidió un café negro y él un capuchino. Mientras estuvieron ahí hablaron de tantas cosas, aunque tuviesen gustos totalmente diferentes congeniaban muy bien.
Eduardo le contó del partido que tuvo de tennis y se disculpó por haber llegado tan tarde y Nicolle le contó lo que había hecho en la mañana y no pudo ocultar su emoción al estar con él.
Para todo eso ya eran las 6 de la tarde y el sol comenzaba a esconderse así que Eduardo fue a dejar a Nicolle a su casa y ella lo invitó a pasar.
Estuvieron conversando en el sofá de la sala, ella le ofreció vino, Eduardo aceptó, siguieron hablando pero se dieron cuenta que ya era demasiado tarde así que Eduardo se despidió.
-Adiós Nicolle, fue muy lindo verte hoy y pasar tiempo contigo.
-Lo mismo digo, me gusta tu compañía.
-Espero podamos repetirlo, pasa una hermosa noche, le dijo Eduardo dándole un abrazo, ella le correspondió, sin darse cuenta se quedaron así por unos minutos, Eduardo estaba a punto de besarla cuando Nicolle se separó, le dio un beso en la mejilla y cerró la puerta.
Continuará...
Sueños de Escritora.
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