Mi copa que está llena de vacío,
puede un poco saber de mi tristeza
porque cuando el cristal mis labios besa
también queda manchada de rocío.
De mil sorbos bebí su inerte frío
y mi cuerpo apuró la cruel riqueza
que fue solo seguir tras la belleza
y de tanto tener llegó el estío.
Así agoté en derroche aquellos días
y siempre imaginé que habiendo vino,
podía disipar las penas mías.
Y acabó el carnaval, borré el camino,
y ahora apresurado en obras pías
quiero darle otra ruta a mi destino.
10 de junio de 2019
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