Siento que ya no aguanto más, estoy muy cansado y esta noche
hace un frío penetrante hasta los huesos. Corro entre los árboles, está oscuro
y hay muchos caminos, pero yo sé a dónde debo ir, solo tengo que correr lo
suficiente para que ellos no me alcancen antes de que yo llegue a nuestro
encuentro. No le puedo fallar, le dije que estaría ahí en el puente a las diez,
ella prometió lo mismo, y no permitiré que este contratiempo se interponga
entre nosotros. Central Park es demasiado grande, ellos no saben a dónde voy...
ya no los escucho detrás de mí, creo que los he perdido.
Continúo mi camino pensando en ella, ni el frío ni la
oscuridad ni el cansancio me detendrán. Me estoy acercando, y por fin llego al
puente, Bow Bridge, un puente mágico, con su blanco característico iluminando
la noche gris, con esas aguas cristalinas que con su tranquilidad llenan de paz
los corazones, con ese verdor de los árboles que le rodean, y aquellos
rascacielos brillando con las luces, recordándote que aún en la más grade ciudad
del mundo, puede encontrarse un sitio donde pueda respirarse tranquilidad y
paz.
Pero en el centro de aquella hermosa escena, coronando todo
aquel paisaje, se encontraba ella, con ese porte de princesa, esa silueta tan
perfecta, esa tez blanca como la nieve, esos cabellos rubios que caían sobre
sus hombros como una cascada de miel, y esa mirada dulce que tanto me cautiva.
Mi corazón palpita ahora mucho más profundo. ¡Ella llegó, tal como lo había
prometido!, no había felicidad más grande en mi corazón.
Corrimos el uno hacia el otro, y nos dimos un gran abrazo.
La levanté mientras nos abrazábamos al tiempo que girábamos de la alegría. Nos
detuvimos, y veía cómo ella sonreía de felicidad, al tiempo que me miraba con
esos ojos tan hermosos y característicos de ella, esos ojos color aqua que
tanto había esperado por ver. Y mientras nos mirábamos fijamente, nuestros
labios se acercaban de a poco, buscando ese beso tan ansiado por ambos, tras
tanto tiempo de esperarlo.
Pero ella de pronto me detiene, y percibo que me intenta dar
algo en la mano y se lo recibo. Veo y es una llave. ¡Qué rayos!, pienso, no
entiendo lo que está pasando. De pronto escucho detrás de mí la voz de un tipo
que dice: "En el puente, lo hemos encontrado". ¡No...!
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