No pido que me quieras, si no puedes,
tal vez obviando algunos mis defectos,
y sin dejar de hacer lo tú debes,
pudiera merecer yo tus afectos.
Que al fin y al cabo, amor, que en esta vida
así como en el cielo o en este mundo
no encontrarás un alma tan perdida
ni santidad de modo tan rotundo.
Tan sólo es el amor el que concede
la justa proporción que aún escasa
nos da la humanidad que amar no puede
y pone en el final medida rasa.
Si fuera como tú la suerte mía
tendría más de mil y un encanto
y nada de pedir perdón tendría
por tanto error y tanto desencanto.
En fin, así yo soy y aquí me tienes
con mi bien y mi mal aparejados
y así la luz me invade cuando vienes
sabiendo de antemano tus enfados.
18 de junio de 2019
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