EL ZORRO Y EL SABUESO
UN CUENTO DE NAVIDAD
CAPÍTULO VIII. AVENTURAS Y DESVENTURAS EN LA CIUDAD
El sabueso lloraba todos los días, pues además del problema que tenía, él sentía que la gente que le rodeaba no le apreciaba, que quizá no lo querían por ser un mal sabueso, y además había algunos perros que le hacían bullying, precisamente un rottweiler, un doberman y un pitbull. El zorro le apoyaba, y en una ocasión ideó un plan para vengarse de ellos, y les hizo correr tras de él haciendo que cayeran en una trampa de lodo. En otra ocasión, el sabueso necesitaba algo que tenía el Señor Toro, para conseguirlo, el zorro fue a hablar con él. El señor toro era bastante enojado e imponente, y estando en la ciudad el zorro no tenía mucha oportunidad, pero valientemente entró en la tienda y logró razonar con él, él a cambio, al saber que el zorro sabía algo de carpintería, le pidió un mueble específico para su tienda. Una semana tardó trabajando en él el zorro, y cuando lo tuvo listo se lo llevó, y así consiguió que Señor Toro le diera lo que el sabueso necesitaba.
En otra ocasión, como cada día, el zorro iba a ir a apoyar y darle ánimos al sabueso, pero yendo por la calle con uno de sus disfraces, un policía caballo lo reconoció, y al verse descubierto intentó huir, se topó con otro caballo policía al que empujó intentando escapar, pero un tercer caballo policía lo detuvo con una patada, luego con un bastón de policía le pegó otro de los policías, y luego tendido boca abajo en el suelo, le pusieron los grilletes. Lo llevaron a la comisaría por estar en la ciudad sin autorización, y lo iban a meter a la cárcel, pero el zorro pidió su derecho a una llamada. Entonces le permitieron realizar una llamada, él llamó al sabueso, le preguntó si ya había pasado su desafío, ya que ese día el sabueso enfrentaba un gran desafío, el sabueso le dijo que aún no, entonces el zorro prefirió no contarle que estaba en la cárcel ni pedirle que le hiciera favor de irlo a sacar, porque lo iba a distraer y el sabueso necesitaba superar esa prueba, entonces le deseó muchos éxitos, le dijo que no iba a poder llegar ese día, pero que él podía, le dio tantas palabras de ánimo que el sabueso se sintió muy bien y capaz de superar su prueba, aunque al otro lado del teléfono las lágrimas del zorro caían y caían; terminado el tiempo de la llamada, se despidió, aún con los ojos cristalinos de lágrimas del miedo que le daba, porque no sabía con quiénes lo iban a meter en la celda, y temía que le pegaran, pero no podía apoyarse en el sabueso que estaba pasando días tristes, así que colgó. Aquella noche la pasó en la cárcel, y al día siguiente lo liberaron en las cercanías del bosque.
En otra ocasión el sabueso le pidió que por favor llegara a un edificio de la ciudad a apoyarle, al zorro no le gustaba mucho el barrio por donde tenía que pasar para llegar hasta el lugar, pero pasó rápido con el disfraz y logró escabullirse hasta ahí, y apoyó al sabueso; el zorro le pidió si no lo podía acompañar de regreso, por favor, porque ese barrio le daba mucho miedo, pero el sabueso le dijo que no, que sus papás ya lo esperaban y tenía que irse, así que el zorro tuvo que regresar solo de nuevo por ahí. Sin embargo, al venir de regreso por ese barrio, de pronto se encontró rodeado por el pitbull, el doberman y el rottweiler, entonces intentó escapar por una calle alterna, pero los perros fueron más rápidos y le lograron atrapar, lo agarraron entre todos, y le empezaron a dar de golpes, lo agarraron de un brazo uno y de un brazo otro y el tercero lo golpeaba en el abdomen y en la cara. Le preguntaban por qué iba tanto a la ciudad, pero él no podía delatar a su amigo sabueso, sabía que si se enteraban que era amigo de un animal del bosque le causaría problemas, así que simplemente no dijo nada, y eso hacía que le pegaran con más enojo. Después le dieron de patadas en el piso y luego lo dejaron ahí.
El pobre zorro fue todo golpeado, con un ojo entrecerrado, intentando huir lo más rápido que podía de la ciudad. Finalmente llegó al bosque. Su mamá al llegar preguntó que qué le había pasado, pero él no quiso decir nada. Llamaron a Señor Búho, el sabio y curandero del bosque, y le fue a hacer algunas curaciones al zorro para que mejorara. El pobre zorro ya no aguantaba el dolor, le dijeron que hiciera reposo por varios días, que no podría siquiera ir a trabajar, pero el zorro no hizo caso, siguió trabajando, pues necesitaba dinero para algunas ideas que tenía para ayudar al sabueso, y también siguió yendo a la ciudad para ir a apoyarle, pidiéndole a la Cisne si le hacía favor de maquillarlo un poco para que no se notara que estaba golpeado y no preocupar al sabueso y a sus otros amigos. Así fue ayudando el zorro al sabueso día tras día, y poco a poco el sabueso iba mejorando, pero no lo suficiente, seguía muy triste, y aún lloraba, así que un día el sabueso le pidió al zorro si le ayudaba a vivir las experiencias que el zorro le había dicho que podía vivir en el bosque, y el zorro le dijo que por supuesto, entonces se empezaron a organizar, pero antes tendrían que conseguir una forma que el sabueso pudiese salir de la ciudad.
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
Escrito de diciembre de 2018 a enero de 2019
Capítulo siguiente: Capítulo IX. El Barrio de los Gatos, Viaje al Bosque y el Mágico Manantial de Arcoíris
Nota 1: Imagen: David Bilson, Disney. Uso basado en el Free Use al ser uso no comercial de un fragmento de la obra para la creación de una nueva obra con concepto diferente, no habiéndose copiado la sustancia de la obra y no afectando el presente uso la explotación comercial normal de la obra. Tomada de: https://www.pinterest.es/sarahk4171/david-bilson/ .
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