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El Zorro y el Sabueso. Un Cuento de Navidad. Capítulo X. La Patita.

EL ZORRO Y EL SABUESO
UN CUENTO DE NAVIDAD




CAPÍTULO X. LA PATITA


Después de eso el sabueso ya se sentía bien, aunque había regresado a la ciudad y una vez más estaba intentando ser buen sabueso de ciudad. El zorro intentó llamar algunas veces al sabueso, pero este no le contestó, y perdieron el contacto un tiempo. La vida del sabueso mejoró, consiguió un trabajo de policía en la ciudad donde recibió varios honores, y aunque no invitó al zorro, el zorro le llamó y le felicitó, el sabueso le agradeció. El sabueso tenía ahora nuevos amigos, al final se había hecho amigo del doberman, el rottweiler y el pitbull que estaban trabajando también de policías ahora, también tenía unos amigos caballos, gatos, y de otros tipos, y había llegado a ser de los animales más adinerados de la ciudad. Sin embargo, por aquellos días, a quien no le estaba yendo bien era al zorro. Su mamá que era la única que quedaba de su familia había muerto, y la enterraron, y el zorro estaba muy triste, además el zorro había perdido varios de los trabajos y emprendimientos que tenía, y con su trabajo de carpintero nada más, las deudas le ahogaban, se había quedado ya sin dinero y le habían embargado la casa, muy probablemente el siguiente año no tendría para pagar la hipoteca y la perdería. Además de eso se había enfermado de asma, y estaba sufriendo bastante por eso. El Señor Búho se había ido de aquel bosque, así que tampoco estaba él que además de curandero había sido un guía para él. La Navidad se acercaba y todo iba de mal en peor, a veces el zorro incluso no comía porque no tenía qué comer, y varios de sus amigos no estaban, por lo que estaba muy triste y deprimido. Un día salió tranquilamente por una rama del árbol donde se encontraba su casa, cuando en eso resbaló y cayó, cayendo justo sobre una trampa para osos que atrapó su pata. A él le dolió mucho y gritó, y al ver cómo la tenía prensada por esos filosos dientes y cómo le sangraba se asustó mucho. Regresó a su casa y estaba muy mal, no sabía qué hacer, ya que en el bosque ya no estaba el señor Búho, y él no sabía cómo curar semejante herida. En eso se recordó que su amigo el sabueso trabajado antaño de curandero, así que tal vez él podría ir a ayudarle, para empezar, para quitarse la trampa del pie, porque él no sabía si al quitársela corría el riesgo de morir desangrado, además que no tenía fuerzas casi para abrirla porque ya casi no comía porque no tenía dinero, y además ver si podía ayudarle a curarse, así que decidió llamarle. Sin embargo, recordó la época en que él había estado mal, ya no había sabido de él, y no sabía si estaría en condiciones y ánimos de llegar el sabueso, así que antes tendría que preguntarle. Entonces le llamó. “¿Cómo estás?”, le preguntó, “muy bien gracias” respondió el sabueso, “¿ya eres feliz?”, le preguntó el zorro. “Aún no”, le respondió el sabueso. “Pero estoy seguro que ya vas camino a lograrlo, mira que has logrado muchos éxitos”, le dijo el zorro, “así es, gracias”, le dijo el sabueso. “Oye, la verdad te agradezco todo lo que hiciste por mí, pero de una vez te digo que, si me llamas para pedirme dinero o algo parecido no te puedo dar, que sospecho que por eso me llamas, pero creo que debo de ser sincero como amigo que dinero no te puedo dar, podrás tener mi amistad, pero no mi dinero.”, dijo el sabueso, “¿Por qué dices eso? La verdad es que sí necesito tu ayuda, pero no te preocupes, no necesito tu dinero (decía el sabueso con la casa vacía y sin comida en la alacena), necesito otro tipo de apoyo, tan solo necesito que vengas por favor.” “No, es que no me siento cómodo yendo allá al bosque, por qué no mejor vienes tú aquí y te apoyo en lo que necesitas”, “es que no puedo ir (decía el zorro mientras observaba su patita, y sus lágrimas empezaba a derramar), tú sabes que no te lo pediría si no lo necesitara, necesito de tu presencia, de tu tiempo, necesito que veas algo.”, “Por favor, que no sea nada de dinero”, “No te preocupes, no es nada de dinero”, “Pero voy a llegar con el Pitbull, el Rottweiler y el Dóberman.” “No, por favor, tú sabes que ellos me hicieron mucho daño, cómo puedes siquiera mencionarlos, yo al que necesito es a ti, por favor, ven, en serio necesito tu ayuda”, “Y por qué solo yo, por qué no alguien más, por qué no llamas al Mapache o a Gato Negro”, “Porque solo tú me puedes ayudar, bueno, de los que conozco y de los que confío, tú eres el más capacitado para este tipo de ayuda, y la persona en la que más confío para esto.”, “No, es que la verdad me siento muy incómodo, si no me hubieras dicho que te gustaba mi reloj, que te gustaba mi pluma, ahora me dices que te alegra verme exitoso, y ahora quieres que yo llegue solo al bosque, por qué, pareciera como si me quisieras robar, además mis papás y a mis amigos no les gustaría que fuera, y no tengo tiempo, estoy ocupado, además tus amigos del bosque me dan mucha desconfianza, la verdad veo tu actitud muy sospechosa, sospecho muchas cosas y no sé qué quieres de mí, no, mejor dime por teléfono y por aquí te doy el apoyo que necesitas”, “cómo puedes pensar eso de mí, ya tranquilo, yo no te pediré tu dinero, no te preocupes, no tienes nada que temer, si ya has estado antes en el bosque, y todos mis amigos te aprecian, no tienes nada qué temer, no entiendo por qué actúas así, y las palabras que dices que dije, ¡qué tienen que ver!, además algunas te las dije hace tanto tiempo y nunca hiciste problema, no tiene sentido lo que reclamas, tú no sabes lo que yo pasé para ayudarte, y el miedo que me daba ir a la ciudad, y no sabes si tuve que soportar algo ahí con tal de ayudarte, y tú solo no quieres venir porque te sientes incómodo, dónde está la amistad que dices tener para mí, además si tanto te importa tu dinero, pues no lo traigas y ya, no es eso lo que necesito, necesito de tu presencia, por favor, ayúdame, si quieres yo te ayudo con esas dudas que tienes sobre el bosque y yo que te hacen sospechar, te ayudo a aclararlas, pero por favor ven, no me pongas condiciones como yo tampoco te puse a ti para ayudarte, tú prometiste que estarías cuando yo te necesitara, es solo un día el que yo te pido, no es mucho, ayúdame por favor, en serio estoy sufriendo y estoy muy asustado, de verdad te necesito, y si me ayudas yo te lo agradeceré mucho, y Dios te bendecirá.” El sabueso quedó en silencio, sin saber ya qué decir, y luego colgó el teléfono.

Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
Escrito de diciembre de 2018 a enero de 2019

Capítulo siguiente: Capítulo XI. Noche Buena, Víspera de Navidad


Nota 1: Imagen: David Bilson, Disney. Uso basado en el Free Use al ser uso no comercial de un fragmento de la obra para la creación de una nueva obra con concepto diferente, no habiéndose copiado la sustancia de la obra y no afectando el presente uso la explotación comercial normal de la obra. Tomada de: https://www.pinterest.es/sarahk4171/david-bilson/ .


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