Para que un niño o una niña se acerque con cariño y confianza a un hombre o a una mujer, que no sea su papá o su mamá, ni nadie querido de su familia, se necesita que ese hombre o esa mujer tenga algo especial que lo o la atraiga; y pensamos que ese algo especial no es mas que una personalidad limpia, sincera, amorosa, y que esos atractivos profundamente humanos solo pueden tenerlos un maestro o una maestra, no solo por la naturaleza de su profesión sino porque recuerda que un día también él fue niño, que ayer también ella fue niña; y que al igual que los chiquillos de hoy, también él y ella necesitaron cariño y comprensión.
Solo un Maestro o una Maestra saben ganarse el respeto y la admiración de un niño o una niña, porque solo ellos saben modelar sus sentimientos con la pedagogía del amor. Solo un Maestro o una Maestra tienen el privilegio y la satisfacción de contribuir con su esfuerzo y dedicación, a hacer del niño un hombre de bien, de la niña una mujer llena de virtudes, sin esperar reconocimientos ni aplausos, porque tal actitud equivaldría a borrar de un solo almohadillazo la hermosura y la trascendencia de su obra.
San Antonio Huista, Huehuetenango, Guatemala
09 de enero de 2020
09 de enero de 2020
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