No cabe duda que en el camino que te toca recorrer como mentor encuentras muchos obstáculos, y uno de ellos es la falta de reconocimiento a tu labor. Porque tú trabajas en la sombra, bajo techo, tú no tienes que asolearte ni sudar para ganarte el jugoso salario, lo devengas sin mayor esfuerzo. Tú no tienes que madrugar para llegar a tu campo de trabajo, ni siquiera tienes que hacerle filo a tu herramienta; solo metes tus útiles a la mochila, al ataché o al matate, y eso es todo, que suave verdad?
Qué poco conocer de tus penas para desempeñar con eficiencia tu labor, que poco saber que si no madrugas tienes que desvelarte para planificar tu tarea, elaborar tu material y llevar al día tus registros. Qué poco saben de tus angustias para conseguir que tus niños aprendan no solo a leer, escribir o hacer una cuenta, o adquieran este o aquel conocimiento, sino a responder a tus expectativas de hacer de ellos personas con calidad humana, útiles y responsables.
Algunos solo ven en ti la parte negativa que como humano puedas tener, pero no conocen, o intencionalmente dejan pasar por alto la enorme riqueza que tienes por la naturaleza de tu profesión porque la materia prima que utilizas en ella, tiene corazón y sentimientos que tienes que modelar en busca de una obra perfecta que satisfaga tu ideal de formar hombres en el verdadero sentido del vocablo.
Sigue adelante Maestro, sin esperar honores ni recompensas, sigue regando con el preciosos líquido de tu sabiduría, de tu amor y tu ternura, el tierno almácigo que tienes bajo tu protección, sigue cuidándolo con esmero y abnegación, que tarde o temprano cosecharás con suficiencia la enorme satisfacción del deber cumplido.
San Antonio Huista, Huehuetenango, Guatemala
27 de junio de 2019
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