EL MÁS SUBLIME DE LOS ABRAZOS
(Relato de la Comunidad)
(Relato de la Comunidad)
Una noche de luna llena, sentado a las orillas del Lago de Atitlán, me encontraba yo muy triste, llorando una pena que llevaba en el corazón, mis lágrimas caían diluyéndose en el lago, mientras en mi triste soledad, un vacío lastimaba mi ya herido y roto corazón, me pregunté si me pasaría como el poema de Martí, como la niña de Guatemala, o como lo que le pasó a Vanushka, pues morir se sentía aquella daga en mi pecho que me dejaba maltrecho. Aunque quizá no, quizá ya había muerto antes de llegar aquí, en un pretérito pluscuamperfecto.
Pero mira que la eternidad guarda sorpresas, pues es la vida el misterio más asombroso, y aquella noche de luna llena, al lado de tan hermoso lago, buscando yo morir y no vivir, una serendipia me guardaba el destino.
Caminando y cantando por las orillas del lago, venía una voz sublime, un rostro luminoso. Parecía enamorada del amor, con una dulce sonrisa y ojos que brillaban cual estrellas, llena de alegría y de vida.
Al verme triste se me acercó, brindándome su alegría y compañía, sentándose a mi par. No dijo palabra alguna, pero mi llanto se calmaba, y mi corazón volvía de pronto a la vida. Me vio con esos dos ojos claros, más cristalinos que el agua del hermoso lago, y de pronto sentía como en mí se generaba sin pensarlo un amor infinito.
Lealtad a sus ojos guardaron los míos, y no dejaba de verlos, no era tanto pasión sino más bien ternura, y mientras un beso suyo ansiaba para probar su dulzura, mi alma se llenaba de un sublime sentimiento, ¿sería acaso este mi más grande amor, el más profundo, el más letal que sintió mi dulce corazón? Mi llanto se había detenido, y sonreí por primera vez en muchos siglos.
Fue entonces cuando nos dimos un abrazo, de esos que solo yo sé dar, en esa dirección, fue un abrazo fuerte, un abrazo dulce en el que sentí que me transmitía su amor infinito, ella me dijo "Te Amo", y por primera vez me sentí amado de verdad, como nunca lo había sentido. Yo sentí como si hubiese reencontrado a alguien que creía que había perdido, como si hubiese regresado a la vida alguien a quien creía muerto, como si hubiese regresado alguien a quien amaba de un viaje muy largo a quien creía que no volvería a ver, a eso se asemejaba aquella alegría, y por unos momentos, en ese abrazo largo y fuerte, pude sentir los latidos de su corazón, que palpitaban danzantes con el palpitar del mío, ambos corazones unidos en aquel abrazo, el más hermoso, profundo y sublime de los abrazos...
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
09 de Febrero de 2018
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