EL MÁS SUBLIME DE LOS ABRAZOS
(Relato de la Comunidad)
Pero mira que la eternidad guarda sorpresas, pues es la vida el misterio más asombroso, y aquella noche de luna llena, al lado de tan hermoso lago, buscando yo morir y no vivir, una serendipia me guardaba el destino.
Caminando y silbando por las orillas del lago, venía una voz sublime, un rostro luminoso. Yo alguna vez estuve enamorada del amor, pero ya había olvidado lo que se sentía, mas al verlo a él, con esa sonrisa rodeada de barba oscura, esos ojos marrones con una mirada tan profunda que me llenaba de paz, me dejó atónita por un momento.
Al verme triste se me acercó, sentándose a mi par, tomó mi mano dulcemente entre sus manos, y sentí como me transmitía con su sonrisa la alegría y compañía que necesitaba mi corazón. No dijo palabra alguna, pero mi llanto se calmaba, y mi corazón volvía de pronto a la vida. Me vio con esos dos ojos marrones, ventanas a un alma más profunda que el agua del hermoso lago, sentí como si pudiese penetrar a través de su mirada y conocer las alegrías y tristezas, los amores y dolores que él había vivido, pero estaba ahí conmigo, como si Dios hubiese querido nuestro encuentro, y sentí, con un poco de temor, como si me estuviese enamorando de él con cada segundo que pasaba junto a mí.
Lealtad a sus ojos guardaron los míos, y no dejaba de verlos, no era tanto pasión sino más bien ternura, y mientras de un beso suyo ansiaba para probar su dulzura, mi alma se llenaba de un sublime sentimiento, ¿sería acaso este mi más grande amor, el más profundo, el más letal que sintió mi dulce corazón? Mi llanto se había detenido, y sonreí por primera vez en muchos siglos.
Fue entonces cuando él me dio un gran abrazo, fue un abrazo muy especial y peculiar por la dirección en que lo hizo, fue un abrazo fuerte, un abrazo protector en el que sentí como si él me transmitiera un amor infinito, como nunca lo había sentido. Yo sentí como si hubiese reencontrado a alguien que creía que había perdido, como si hubiese regresado a la vida alguien a quien creía muerto, como si hubiese regresado alguien a quien amaba de un viaje muy largo a quien creía que no volvería a ver, a eso se asemejaba aquella alegría, y por unos momentos, en ese abrazo largo y fuerte, pude sentir los latidos de su corazón, que palpitaban danzantes con el palpitar del mío, ambos corazones unidos en aquel abrazo, el más hermoso, profundo y sublime de los abrazos...
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
09 de febrero de 2018
Tal vez te guste leer "El más Sublime de los Abrazos", versión masculina.
Comentarios
Publicar un comentario