LOS PIROPOS
¿Qué es un piropo? Es un requiebro, un halago dirigido especialmente a la mujer. Es una flor que enaltece sus atractivos reales o ficticios. Es una expresión bonita llena de admiración, aunque a veces puede ser vulgar o malintencionada.
¿Qué hombre no le ha tirado flores a una mujer?, pero no de chiclá, mucho menos de izote, sino de esas bellas y a veces ofensivas frases cortas que solo pretenden elogiar sincera o falsamente sus variados encantos.
Cuántas veces usted le ha dicho a una hembra, por ejemplo:
―Cómo quisiera ser sus aretes para acariciar tiernamente sus sonrosados cachetes.
―Quisiera ser el agua cristalina de un río para cubrir todo su cuerpo con el mío.
O aquella que dice:
―Regálame una mirada de tus lindos ojos y una sonrisa de tus labios rojos.
Otras más:
―Si me regala una sonrisa, solo una, yo le bajo las estrellas, el sol y la luna.
Y así otras más como estas:
―¿Se habrá dado cuenta el cielo que le falta una estrella?
―Todas las flores son bellas, pero usted es la mejor de ellas.
―Si yo fuera diputado la nombrara mi consejera y le pagara al contado lo que usted me pidiera.
―Embriágueme de amor con la dulce miel de sus labios.
―¿Y sabe usted una cosa? que estoy viendo a la mujer más hermosa.
Pero éstas y muchas galanterías que los hombres dedicamos verbalmente a las mujeres, casi siempre se las decimos cuando estamos en grupo. Es entonces cuando cobramos valor y ponemos al descubierto nuestro afán y atrevimiento de enamorados, aunque solo sean ocasionales y oportunistas, porque cuando estamos solos, ni siquiera nos animamos a mirarlas de frente, mucho menos a dejarle ir esa sarta de piropos que hacen que la pobre víctima se ponga colorada y hasta pierda el paso.
Así pues, que hay una inmensa variedad de esas breves expresiones llamadas piropos y que tienen su origen en la inspiración de los enamorados, creadas especialmente para enaltecer los encantos de una mujer, pero también los hay ofensivos e insolentes, a los que no les falta una respuesta apropiada y merecida, como mentarle toda la parentela al abusivo que las dice.
San Antonio Huista, Huehuetenango, Guatemala
Del libro "Lo cierto es que tengo mis dudas..." páginas 34-35
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