ANÍBAL BARCA
DATOS:
Princesa: Hilmice de Oretania
Profesión: Militar, Político.
Civilización: Cananea, Fenicia, Púnica y Cartaginesa. Religión: Cananea
Idioma materno: Cananeo, Fenicio o Púnico. Otros idiomas: Probablemente: idiomas íberos, celtíberos, celtas, galos y/o griego.
Nacimiento: 247 a. C. (2253 años después del surgimiento de la civilización fenicia y 292 años después de la caída de la última Polis fenicia independiente, 567 años después de la fundación del Imperio Cartaginés y 101 años antes de su caída).
Lugar de Nacimiento: Cartago, Imperio Cartaginés. (Actual “Antigua Cártago”, delegación de Cartago, Ciudad de Túnez, Gobernación de Túnez, Túnez)
Lugares de Vida: Imperio Cartaginés (fenicios), Estados Íberos (Oretanos, Edetanos, Bastetanos, Contestanos, Trudetanos, Turdulos, Couneios, Celtas, Carpetanos, Vetones, Lusitanos, Vaccaeos, Turboletas, etc. (pueblos íberos, turdetanos, tartésicos, celtas e indoeuropeos preceltas)), Estados Celtas Galos, Imperio Romano (romanos, latinos), Imperio Seléucida (griegos), Creta (griegos), Reino de Armenia (armenios) y Reino de Bitinia (griegos). Parte de los actuales: Libia, Túnez, Argelia, Marruecos, Gibraltar, Portugal, España, Francia, Italia, Grecia, Chipre, Líbano, Siria, Turquía y Armenia.
Lugar de muerte: Libyssa, Reino de Bitinia (Actual Gebze, Provincia de Kocaeli, Turquía)
Año de muerte:183 a. C. 63 años (2317 años después del surgimiento de la civilización fenicia y 356 después de la caída de la última Polis fenicia independiente, 631 años después de la fundación del Imperio Cartaginés, 82 años antes de su caída.)
NACIMIENTO DE UNA LEYENDA
Año 218 a. C. Desde la cima del Monte Blanco de los Alpes, un hombre divisa desde lo alto el valle de la Galia Cisalpina. La tierra tiembla, al tiempo que se escuchan gigantes y pesadas pisadas a la par del sonido de una marcha multitudinaria y sonidos de metales cargados que chocan entre sí. El hombre se mueve, pero no camina, pues se encuentra a los lomos de un gigante elefante, cuya figura recorriendo montañas nevadas es por primera y acaso única vez vista en terreno tan extremo y gélido. Decenas de bestias más le siguen, enormes paquidermos, que caminan a la par de decenas de miles de hombres empuñando armas de metal cuyo sonido de marcha retumba entre las montañas. Sobre el elefante, dirigiendo la marcha y viendo el suelo itálico delante de sus pies se encuentra un hombre, Aníbal Barca, acaso sea más que un simple hombre, un héroe bendecido por los Dioses. Pero…, ¿qué hace este hombre con estos elefantes? ¿cómo y para qué llegaron hasta ahí?
Aníbal Barca, cuyo nombre significa “el que goza del favor de Baal” y cuyo apellido significa “rayo” nació en el año 247 a. C. en Cartago, hijo del general cartaginés Amílcar Barca. Cartago fue una Polis fenicia fundada por Dido en el año 814 a. C., una princesa fenicia de la Polis de Tiro. Tras la caída de la última Polis fenicia en el Levante en el año 481 a. C., Cartago era la única Polis fenicia Independiente, manteniendo las características de los fenicios como destacados comerciantes y navegantes. Cartago se convertiría en un poderoso Imperio (con un sistema de gobierno de República Antigua) que dominaría todo el norte de África, Iberia y las islas del Mediterráneo Occidental, compitiendo con las Polis Griegas por el dominio del Mediterráneo y arrebatándoles el control de la parte occidental de tal mar. La caída de Etruria en el norte de Italia y el ocaso de la civilización griega en el Mediterráneo Occidental, sacados los griegos de la Magna Grecia por los romanos desde el norte y por los cartagineses desde el sur, llevaría a Roma y Cartago a convertirse en las nuevas potencias rivales del Mediterráneo.
Así dio inicio la Primera Guerra Púnica entre Roma y Cartago por el control de la ínsula de Sicilia, tanto por tierra como por mar. Amílcar Barca era uno de los generales en esta guerra. La guerra fue muy pareja para ambos bandos que se desgastaron grandemente y terminaron llegando a la lasitud, pero fue el gobierno cartaginés el primero en pedir la paz, y los cobardes senadores cartagineses aceptaron las duras condiciones romanas que les hicieron perder Sicilia y posteriormente Córcega y Cerdeña, además de tener que destruir su propia flota. Cartago era la mayor potencia naval de su tiempo, y solo era cuestión de tiempo para que ganaran la guerra, y los romanos sin conocer el honor, no respetaron a un digno rival al que debían tratar como un igual. Fue un error estratégico, una cobardía de los políticos cartagineses y una injusticia de parte de los políticos romanos. Esto lo sabía Amílcar Barca quien permaneció invicto sin perder una sola batalla contra los romanos y que era consciente que con un poco más de tiempo habría logrado la victoria definitiva. Tras la pseudoderrota en la guerra, Amílcar marcharía a Iberia donde buscaría recuperar el poder del Imperio Cartaginés expandiéndose desde las costas sobre tal territorio.
A la edad de 9 años, el padre de Aníbal, el general cartaginés Amílcar Barca, se preparaba para zarpar desde el norte de África hacia Iberia a esa campaña militar. Aníbal le pidió a su padre que lo llevara con él. Amílcar se encontraba haciendo un ritual en el Templo de Baal pidiendo por el éxito de la misión llevó a Aníbal hasta el altar y le hizo jurar solemnemente que cuando fuera lo suficientemente mayor se convertiría en enemigo de la gente de Roma. Aníbal se mantendría leal a este juramento, y tales palabras pronunciadas en el templo de Baal infundirían terror en los corazones de la gente de Roma…
Amílcar Barca pasó 9 años conquistando gran parte de Iberia. Le acompañaron sus hijos: Aníbal, Asdrúbal y Mago, a los enseñó el honor y a los que crio como generales enemigos de Roma, pues su objetivo era hacer justicia y equilibrar de nuevo la balanza. Aníbal fundó junto a su padre y su cuñado la ciudad de Qart Hadasht o Nueva Cartago, hoy Cartagena, España. En una emboscada entre militares íberos, Amílcar puso a salvo a sus hijos atrayendo a los enemigos hacia sí, muriendo heroicamente en Batalla. 5 años después de la muerte de su padre las tropas aclaman a Aníbal como su general, y las autoridades de Cartago a más de 2 mil quilómetros de distancia, en lontananza, lo aceptan y lo nombran Comandante Supremo de Cartago. “Las tropas le recibieron con unánime entusiasmo, los viejos soldados sentían que el mismo Amílcar les había sido devuelto en la persona de aquel joven. En los rasgos y la expresión de la cara del hijo volvieron a ver al padre: la misma fuerza en su mirada, el mismo fuego en sus ojos.” Tito Livio
ASEDIO DE SAGUNTO
Previo a iniciar sus campañas militares, se cuenta que Aníbal acudió a un oráculo, y se cuenta que el oráculo le revela el lugar de su muerte, diciéndole algo así como “la tierra líbica cubrirá tus huesos”, siendo llamada Libia la tierra númida, donde mucho tiempo ha Dido habría fundado Cartago, siendo verosímil por tanto su muerte en Cartago, por lo que Aníbal, aunque pondrá siempre un esfuerzo sobrehumano en sus tareas, al mismo tiempo confiará en su victoria, y que tras esta tendrá una vejez tranquila y victoriosa en Cartago hasta su muerte.
Aníbal continúa conquistando Iberia y su fama trasciende las naciones y llega a oídos de Roma. Roma busca protegerse de su amenaza y firman un tratado con Cartago poniendo como frontera de los intereses cartagineses y romanos el Río Ebro, al sur del cual los romanos no irían y al norte del cual los cartagineses no irían. Aníbal, que sabía lo que era el honor, jamás quebró ese tratado. Los hombres de Aníbal: cartagineses, númidas, íberos, celtíberos, un ejército multinacional, admiran y siguen a su líder Aníbal. Aníbal se había criado con ellos, no era un general nombrado desde una tierra lejana, era uno de los suyos, vivía como ellos, “muchos le vieron envuelto en sayo militar, durmiendo en el suelo entre los puestos de guardia de los soldados, su vestimenta no era en ningún modo superior a la de sus iguales, siempre era el primero en entrar en batalla y el último en salir de ella” Tito Livio, la moral del ejército está más alta que nunca.
Los romanos que ya empezaban a temer a Aníbal, y para intentar detenerle, son los primeros que con sucias argucias rompen el tratado, aliándose con la ciudad de Sagunto, al sur del Ebro. Los romanos envían unos embajadores a advertir a Aníbal que no ataque tal ciudad porque es un aliado de Roma, Aníbal, molesto, pues no recibe órdenes de los romanos y ningún tratado incluía tal ciudad, y consciente de lo que su decisión implicaría, decide entonces atacar Sagunto en el 219 a. C. La ciudad amurallada resiste mientras él la sitia, y los romanos envían otros embajadores pidiéndole que se detenga, pues es un aliado de Roma y si continúa Roma se vería “obligada” a intervenir, Aníbal, como cualquier digno caballero andante haría, los ignora, y termina de tomar la ciudad. Tras esto, los romanos envían un embajador a la ciudad de Cartago acusando a Aníbal de haber iniciado las hostilidades contra un aliado de Roma, pidiéndole al Senado Cartaginés que entregue a Aníbal a la justicia romana y mantendrán la paz y si no tendrán guerra. Como cosa rara, el senado cartaginés de aquel año tuvo honor, presididos por el honorable sufete Bomílcar, dijeron: “pues entonces que haya guerra”, y así inició la Segunda Guerra Púnica.
LEGENDARIA TRAVESÍA POR LOS ALPES
Cartago era una potencia marítima, Roma una potencia terrestre, sin embargo, Cartago ya no tenía una flota tan potente tras la primera guerra púnica y no tenían una frontera común entre Cartago y Roma, por lo que una invasión a Italia era altamente improbable, los romanos que fueron quienes declararon la guerra, decidieron realizar un ataque directo y rápido para neutralizar a Cartago. La República Romana era gobernada también por un Senado además de 2 cónsules que eran elegidos anualmente para labores ejecutivas y militares. Así, el Cónsul Publio Cornelio Escipión viajaría con un ejército hacia el norte de Italia y por la costa del sur de Galia para llegar a Iberia y vencer a Aníbal mientras Tiberio Sempronio Longo viajaría al sur de Italia hasta Sicilia y por mar para tomar Cartago y vencer al Senado que apoyó a Aníbal. Sin embargo, Aníbal también decidió atacar directamente.
Generalmente, todo caballero que se precie tiene al menos una princesa, Aníbal no sería la excepción. Años atrás se habría casado con una hermosa y esbelta joven íbera de Oretania, con quien tenía un hijo llamado Aspar. 3 años antes se habían casado en el templo de Tanit, en Nueva Cartago. Himilce teme no volver a ver a su amado esposo y le pide que se quede, pero él no puede quedarse, pues debe cumplir con su deber, entonces Himilce le pide que los lleve a ella y su hijo con él, pero él se niega, les dice que es peligroso y los quiere proteger, allende que diseña un plan para que ella y su hijo finjan su muerte para salvarse del contraataque romano en caso de que él no tenga éxito el cual Himilce se compromete a cumplir. Un último beso, un último fuerte y duradero abrazo, un te amo y un adiós, marcan la partida de Aníbal Barca de Iberia.
Con un ejército de alrededor de 90 mil soldados de infantería, 10 mil jinetes y 4 decenas de elefantes inició su travesía hacia Italia. Cuando Plubio Cornelio Escipión se enteró que Aníbal venía ya por el sur de Galia, se detuvo en la desembocadura del Ródano pensando que venía a combatirlo a él. Aníbal sin embargo sorprendería al tomar el camino montañoso de los Alpes. Tras una longísima caminata de más de mil quilómetros, tras esquivar tribus galas hostiles, fieras de la naturaleza, fallas del terreno y atravesar ríos incluso construyendo puentes suficientemente resistentes para el paso de elefantes, encontráronse frente a los majestuosos e infranqueables Alpes, desfalleciendo en total lasitud. Entonces Aníbal procedió a dar un discurso vehemente para levantar el ánimo a sus tropas:
“Año tras año habéis luchado junto a mí y habéis vencido. Cuando por fin tenemos a la vista los Alpes y sabéis que al otro lado encontraremos tierra italiana os detenéis exhaustos. Entonces, deberéis confesar que tenéis menos espíritu y valor que la gente a la que habéis derrotado una y otra vez durante estos últimos años, o en cambio, podéis apretar los dientes y avanzar y deteneros únicamente en los campos de Marte situados entre el Tíber y las murallas de Roma.” Aníbal Barca
Todos sus compañeros le ovacionaron, sacaron fuerzas de flaqueza y avanzaron. Era pleno invierno, y los ojos de aquel tiempo pudieron ver una proeza monumental jamás equiparada. 100 mil hombres atravesaban aquellas montañas nevadas en medio del frío de invierno en pleno noviembre, y por primera y quizá única vez se vio decenas de elefantes atravesar las heladas montañas, dejando sus paquidérmicas huellas sobre la nieve como milenios antes lo hiciesen sus parientes mamuts y mastodontes. Me habría gustado presenciar aquella hazaña, o mejor aún, hacer una proeza igual o mayor a esta. Los galos del norte de Italia, vencidos hacía menos de una década por los romanos, tuvieron aquel grato honor. Pudieron ver al frente de una enorme columna de soldados, jinetes y paquidermos, montado sobre un gigantesco elefante, al Comandante de los cartagineses Aníbal Barca, y en aquel momento supieron que aquél era un hombre extraordinario, y recibiéndole como un libertador, no dubitaron en unirse a él en su lucha contra los romanos.
BATALLA DE TESINO
Aníbal quien perdió bastantes hombres en el camino, repone las fuerzas de sus cansadas, hambrientas y heladas tropas. Publio Cornelio Escipión, al enterarse que Aníbal ya se encontraba en el norte de Italia se sorprendió, y se dirigió a enfrentarlo, a intentar detenerlo. Ambos acamparon cerca del valle del Po. En determinado momento, entrambos comandantes avanzan con parte de sus caballerías buscando observar el campamento enemigo. Alrededor de 7 mil soldados de infantería ligera y 3 mil jinetes romanos se encuentran con 6 mil jinetes cartagineses en la batalla de Tesino. A poca distancia ya del choque, parte de la infantería ligera sale en huida, y las caballerías chocan iniciando el combate. Aníbal llevaba a la infantería íbera al centro y la superior infantería númida a los lados. La caballería romana avanza en el centro, justo como Aníbal pretendía, mientras la caballería númida elimina la infantería ligera de los flancos y empieza a atacar a la caballería romana por los flancos y pronto también por detrás. Rodeados, algunos caen mientras otros huyen, el propio cónsul romano termina herido gravemente siendo salvado por poco, y Aníbal se hace con su primera victoria.
BATALLA DEL RÍO TREBIA
Tiberio Sempronio Longo regresa desde el sur para enfrentar a Aníbal y mientras éste se recupera las fuerzas de sus hombres, logra llegar desde Arminum, actual Rímini, hasta Plasencia, donde recuperaba Publio Cornelio Escipión y se encontraban las tropas sobrevivientes. El cónsul herido le advierte al cónsul recién llegado sobre enfrentar a Aníbal, pero éste quiere combatir. Tiberio Sempronio Longo se prepara para la batalla con un ejército mayor y acampa entre Plasencia y el río Trebia, mientras que al otro lado del río Trebia acampa Aníbal, quien observa un sitio perfecto que elige como campo de batalla, pues a un lado habían colinas y al otro se encontraba el río Po, había vegetación alta al otro lado del río, de manera que no podrían ser vistos allende, sino ya en plena ribera, y al mismo tiempo había una pequeña colina cubierta de vegetación que quedaba ligeramente detrás de donde Aníbal esperaba que estuviese luchando el enemigo, así que envía por la noche a su hermano Mago al mando de 2 mil hombres.
Nevada madrugada del 18 de diciembre del 218 a. C., Aníbal se prepara para la batalla, el sol aún no sale y sus hombres bien cubiertos del frío y bien alimentados se preparan. Entonces Aníbal envía númida a atravesar el río Trebia y atacar el campamento de Sempronio Longo. Los soldados romanos se despiertan y desorganizadamente empiezan a intentar defenderse. Tras unos momentos de escaramuza, los romanos van tomando posiciones y ante la batalla la caballería númida comienza la retirada. Tiberio Sempronio Longo, viendo que los débiles cartagineses huyen, ordena a sus tropas avanzar tras de ellos para acabarlos. La caballería númida, pequeña fracción de toda la caballería de Aníbal, atraviesa sobre sus caballos el río Trebia hacia el campamento cartaginés. Los romanos en su persecución atraviesan también el río, con su infantería al centro y sus caballerías a los lados, encontrándose al otro lado con un ejército cartaginés más grande de lo que pensaban, similar en cantidad a su propio ejército y en formación para la batalla. Aníbal coloca una delgada línea de infantería al frente, y más atrás el grueso de su infantería, y a ambos lados su caballería y sus elefantes. Los romanos, cuya infantería era su mayor fuerza militar, tendrían que iniciar la batalla somnolientos, hambrientos, mojados, tiritando del frío tras haber atravesado en aquella helada y nevada madrugada de invierno el río Trebia, y cansados de venir corriendo en persecución del enemigo, en un campo de batalla elegido por Aníbal.
La batalla comienza, y las poderosas legiones romanas logran empujar la delgada línea de infantería cartaginesa dispuesta por Aníbal, al tiempo que la mejor caballería cartaginesa junto a sus elefantes empuja la más débil caballería romana, quedando los flancos de la infantería romana desprotegidos y dejando también un espacio detrás entre ellos y el río, justo como Aníbal había planificado. Finalmente, la caballería romana se ve superada y salen huyendo en retirada. Entonces la caballería y los elefantes de Aníbal atacan por los flancos a la infantería y en ese momento Mago sale con sus hombres de su escondite y empieza a atacar la retaguardia. Con la moral caída, rodeados y abandonados por su caballería, los soldados de infantería romana rompen filas e intentan huir para salvar la vida, siendo gran parte de ellos masacrados en la retirada pasados por la espada, muchos son pisoteados por los elefantes, otros se ahogan en el río intentando escapar, más de dos tercios del ejército romano es aniquilado. Así es como Aníbal enseña a los romanos a respetar, así es como a mí me gustaría hacer durindaina.
BATALLA DEL LAGO TRASIMENO, LA GRAN EMBOSCADA
Año 217 a. C. Roma, abatida y derrotada, tenía sin embargo la posibilidad de llamar nuevos ejércitos, según se dice hasta 800 mil ciudadanos tenía la capacidad de llamar al servicio militar antes de iniciar la guerra. Con sus ejércitos pulverizados, nombran 2 nuevos Cónsules: Cneo Servilio Gémino y Cayo Flaminio, último que solo unos años antes había vencido de forma avasallante a los galos en el norte de Italia hacía menos de una década. Cada Cónsul armado con un nuevo ejército de 25 mil hombres cada uno, parten uno a cada lado esperando acorralar a Aníbal en el medio y aniquilarlo. En plena primavera, con el hierro derretido inundando los valles, Aníbal, queriendo llegar a Etruria, atraviesa las ahora pantanosas tierras hacia el sur con sus soldados cartagineses, númidas, íberos y galos, cayendo varios abatidos por las enfermedades o el agotamiento. 3 días tardan en poder vadear el Río Arno, y todos sus elefantes menos uno, mueren en el intento, incluso Aníbal pierde la visión en un ojo a causa de una infección. Tan inútiles eran los romanos o tan habilidoso en batalla Aníbal que, la mayor parte de hombres que perdió Aníbal los perdió contra las fuerzas de la naturaleza desde que partió de Iberia y no en batalla. Aníbal se dirigió hacia Flaminio que se encontraba cerca de Arretium, actual Arezzo y no hacia Servilio Gémino que se encontraba cerca de Ariminum, actual Rímini. Aníbal pasó lo suficientemente cerca de Flaminio como para que éste lo detectara, así que los romanos empezaron a seguir a Aníbal a cierta distancia, esperando que avanzara más hasta que del otro lado arribaran las fuerzas de Cneo Servilio Gérmino cerrara el cerco y entonces atacar a ambos lados a Aníbal. Aníbal, sin embargo, intencionalmente había pasado cerca de Flaminio con la intención que este lo siguiera.
Encontrando un buen escenario para la batalla, Aníbal hizo levantar a sus tropas en mitad de la noche y levantar el campamento, dirigiose con sus tropas hacia el río Trasimeno, e hizoles ocultar en las montañas. El camino se encontraba en el valle justo entre las riberas del lago y las empinadas montañas cubiertas por el bosque. Cuando en la madrugada del 21 de junio del 217 a. C. Falaminio se dio cuenta que los cartagineses avanzaban, creyó que intentaban escapar, y para no perderlos ordenó levantar el campamento y seguirlos. Aníbal hizo crear fogatas más allá del lago y además hizo visibles al final del camino del lago con sus estandartes a parte de su ejército, de tal manera que Flaminio creyese que era la retaguardia, cuando era solo un pequeño grupo que constituía en realidad la vanguardia. El ejército romano de 25 mil hombres debía marchar en una línea no tan ancha a lo largo del camino a la luenga del lago. Era de madrugada, era una zona boscosa y había niebla, los soldados romanos no podían divisar mucho más allá, estaban marchando sin estar preparados para luchar, cuando escucharon el estruendo de los gritos de batalla de sus atacantes que bajaban de la montaña. Sorprendidos, en confusión, sin saber muy bien desde dónde les atacaban, algunos ni siquiera logran sacar sus armas, y los que logran desenvainar su espada y ponerse en guardia con sus escudos no saben muy bien qué hacer y hacia dónde atacar, no están siquiera en formación de combate. Los cartagineses en cambio saben exactamente hacia dónde atacar, solo bajan de la montaña y todo lo que tengan enfrente saben que será un enemigo. La batalla es una masacre, algunos intentan huir de la misma lanzándose al lago intentando nadar, pero el peso de las armaduras hace que miles de romanos terminen ahogándose y muriendo. El ejército romano es aniquilado por completo, y entre los muertos yace Cayo Flaminio. Fue la mayor emboscada de la historia.
En Roma, cuando llega la noticia del resultado de la batalla, un senador es el encargado de dar la noticia al pueblo romano, sube a una tarima en el foro romano y de forma directa y parca dice: “Hemos sido derrotados en una gran batalla”. Cunde el pánico en la ciudad, temiendo la gente la victoria y la crueldad de Aníbal. Más de 2 mil cartagineses cayeron en batalla también aquel día, y Aníbal rinde honor a los caídos y, como en cada batalla se da el mismo honor funerario. Aníbal es implacable en combate, su espada es firme al cortar la yugular del enemigo, pero también respeta a los que con honor han combatido y caído en batalla, y también alimenta y trata con respeto a los soldados enemigos capturados, por aquellos que son romanos cobra un rescate, pero a aquellos que no son romanos los libera sin rescate alguno y los envía de vuelta a sus pueblos pidiéndoles que digan que no viene a luchar contra ellos, que viene a liberarlos del yugo romano. Pero Aníbal respeta a los romanos y no busca destruirlos, él mismo diría: “no estoy llevando a cabo una guerra de exterminio contra los romanos, estoy luchando por el honor y por el imperio. Otrora mis antepasados cedieron al valor romano, ahora me esfuerzo yo por que otros, a su vez, se vean obligados a ceder a mi valor y buena fortuna”, Aníbal lucha por la durindaina.
LA BATALLA DE CANNAS, CATÁSTASIS DE LA HISTORIA
A pesar de estar cerca de Roma, Aníbal prefiere seguir aislando a Roma quitándole sus aliados, además de no tener armas de asedio, y entonces se dirige al sur donde los griegos de la Magna Grecia le reciben como libertador y se unen a él, quien toma Sicilia y todo el sur de Italia, tomando además la gran ciudad de Capua, la ciudad más grande tomada hasta la data. Aníbal saquea los campos y toma las propiedades y recursos romanos, se mueve por Italia libremente como dueño y señor de esa tierra, aunque cabe decir que no hay torturas ni violaciones ni asesinatos de inocentes, Aníbal es un caballero que sabe lo que es el honor, pero los romanos se sienten vulnerados en sus tierras, y deciden que quieren acabar con Aníbal de una vez por todas. En el 216 a. C. nombran 2 nuevos Cónsules: Lucio Emilio Paulo y Cayo Terencio Varrón, y convocan un ejército de legionarios en una cantidad nunca antes vista en la historia, casi los 100 mil soldados, que para aquella época era el doble o más del doble del ejército de Aníbal, una proporción nunca antes enfrentada por el general cartaginés, con la que buscaban aplastar las fuerzas cartaginesas apoyados en el masivo número de soldados que tenían en una batalla decisiva y definitiva. Aníbal se encontraba en Cannas, al sur de Italia, población con grandes depósitos de recursos los cuales estaba tomando. Esta vez los ejércitos de los cónsules iban unidos como un solo ejército, tomando el mando del mismo un día cada cónsul, alternándose.
Desde la cima de la colina donde se encuentra Cannas, los cartagineses vieron la enorme cantidad de hombres que se dirigían hacia ellos, cuyo final no se alcanzaba a ver y se perdía en el horizonte. Uno de los soldados cartagineses, Gisgo, le dijo a Aníbal: “Mira cuántos son, es sorprendente, ¿no crees que son demasiados?”, y Aníbal que lucía muy tranquilo y seguro, le respondió: “Gisgo, es todavía más sorprendente que, aunque haya tantos de ellos, no haya ninguno de entre todos ellos que se llame Gisgo”. A la llegada del ejército romano, Aníbal los esperaba ya preparado para la batalla, el Cónsul Lucio Emilio Paulo estaba al mando, y a pesar de que Varrón quería que se iniciase la batalla contra Aníbal, Lucio Emilio Paulo decidió no hacerlo, pues consideraba que el campo de batalla había sido elegido por Aníbal y que no había una ventaja que diera una victoria indubitable a los romanos, por lo que prefirió prudencia y consideraba enfrentar a Aníbal solo desde una posición evidentemente ventajosa. Al otro día, sin embargo, el mando pasó a Cayo Terencio Varrón, quien sabiendo que sus tropas eran más del doble que las de Aníbal, lo consideró una ventaja suficiente, pero además se posicionó al lado del río Aufidus, hoy río Ofanto, eligiendo el campo de batalla. Su objetivo era proteger uno de los flancos, y así evitar que Aníbal les rodeara como en las anteriores 3 batallas, aun cuando siendo ellos un número avasalladoramente superior de tropas, era más inverosímil que Aníbal los rodease teniendo tan pocas tropas.
Yo estuve ahí. El primer tren que tomé hacia Cannas no pudo llegar a causa de un accidente en las vías que nos dejó varados, estaba a pocos quilómetros, quise irme a pie, pero no me dejaron bajar del tren y tuve que esperar al día siguiente para ir en bus. Me advirtieron que el museo de Cannas estaba cerrado, la ciudad antigua en la colina, pero no tenía más tiempo y además ahí no fue la batalla. La llegada fue un momento épico que esperé décadas por vivir. Mi fascinación por Aníbal comenzó con el documental “La Verdadera Historia de Aníbal” que vi en History Channel en 2006, cuando aquel canal era todavía de historia realmente. Estaba yo en tercero básico, tercero de secundaria o noveno año, y recuerdo que incluso en la Escuela Experimental y de Aplicación Dr. Rodolfo Robles mi profesora de Estudios Sociales me dio la oportunidad extraordinaria de exponer este tema, lo que hice por pura diversión y epicidad, y al saberlo la directora, me pidieron que diera el tema en otras clases, y quién diría que 6 años más tarde yo mismo sería maestro de Ciencias Sociales, que incluye historia y geografía como temas torales, en aquella institución que en aquella época era un departamento más de la Universidad Rafael Landívar. 16 años ha de que Aníbal se haya ganado mi admiración y mi sueño de ser tan grande y épico como él, sueño que fue nutrido por otros documentales y series que incluían a Aníbal como Batallas Decisivas de la Antigüedad: La Batalla de Cannas o Construyendo un Imperio: Cartago de The History Channel, así como videojuegos como Roma Total War, todas influencias de hace más de una década, y más recientemente el videojuego que adquirí hace un par de años: Civilization VI el cual incluye a Aníbal entre los generales pero también he podido agregar a Aníbal como líder gracias a un Mod, todo lo cual llegó a su catástasis cuando bajando del autobús puse mis pies en aquella tierra, teniendo ante mí la antigua ciudad de Cannas.
Tras contemplar emocionado el lugar con detenimiento y ubicarme con un mapa que se encontraba ahí, procedí a caminar por la carretera hacia el río Ofanto, y tras un tramo justo encontré una pendiente que me llevaba a la estación de tren que se encontraba en alto, así que subí hacia tal colina. El río Ofanto se ha movido un tanto más lejos de Cannas de cuando conteció la batalla. En el sitio donde fue la batalla hay hoy muchos campos de cultivo, así que es complicado caminar sobre aquel terreno. Sin embargo, desde ahí podía ver el río y el lugar donde se desenvolvió la batalla. Es en ese momento que Aníbal se paró a mi izquierda observando el campo, al tiempo que los ejércitos se comenzaban a poner en formación, mientras Aníbal me explicaba lo que estaba sucediendo frente a mí y lo que estaba haciendo otro Aníbal que, sobre su caballo, en el fondo, a mi derecha, veía entre todos los soldados cartagineses. Entre las filas también pude ver a Asdrúbal Barca, que al parecer lideraría una de las alas de caballería, vi a Giso, a Mahabaral, a Hannón y a Magón Barca. Los romanos se ordenaban en la forma clásica con sus legiones al centro, su caballería ligera en un flanco y su caballería pesada en el otro flanco.
Aníbal me explicaba que al ser ellos menos y no tener el factor sorpresa, para poder ganar a las legiones debía hacer que ellas mismas se pusieran en el lugar donde él quería, pero sin que se dieran cuenta o lo previeran, de forma que él pudiese atacarlas por los flancos, porque hacia enfrente él sabía que las legiones eran implacables y casi invencibles. Su caballería era superior a la caballería romana gracias a la caballería númida, así que en los flancos la ubicó de manera que la caballería pesada enfrentaría a la caballería pesada romana y la caballería ligera a la caballería ligera romana. En el centro organizó a su multinacional ejército en forma de medialuna, con la parte exterior de la curva hacia los romanos, algo que parece contraintuitivo, pues de esa manera en vez de atacar los flancos estaría atacando el centro, pero esto es clave porque no solo llevaría al resultado esperado por Aníbal, sino además no sería previsible tal resultado final por los romanos, pues no es evidente de la formación inicial de Aníbal que se vayan a atacar los flancos. Al ser su ejército multinacional, puso a los galos en la parte central y frontal de la medialuna, siendo los guerreros más aguerridos, impetuosos e impulsivos, seguidamente hacia los extremos vendrían los íberos que son los que les seguían en este carácter, más hacia los extremos los soldados griegos, cartagineses y al final de los extremos la infantería númida o libia, la más pesada, sobria y disciplinada de las infanterías. La idea era que al iniciar el combate los galos atacarían impetuosamente, pero al ser los primeros en atacar y no ser los más disciplinados, los romanos los harían retroceder, de tal manera que progresivamente la medialuna se convertiría en un frente de línea recta, entrando en batalla los soldados más pesados y disciplinados de los extremos que resistirían más o incluso empujarían a los romanos en los flancos, mientras los del centro seguirían siendo empujados por el implacable avance natural de las legiones romanas, dándose la vuelta la medialuna dejando encerrados a los romanos con los flancos atacados. Decíame esto Aníbal a mi izquierda, cuando vi ante mis ojos como daba inicio la batalla.
Así como el Monte Blanco es el punto más alto de los Alpes que Aníbal atravesó, así este encuentro sería la cumbre de esta historia y de la historia de la guerra. Esta sería la batalla más grande de la historia, superados en número por mucho, los cartagineses tenían pocas posibilidades de triunfar, dependían únicamente del genio militar de su Comandante y de su rapidez para moverse y seguir sus órdenes para alcanzar el triunfo. Aníbal sabía que en esta batalla con sus casi 40 mil hombres contra casi 100 mil romanos podría ser su final o podría hacerlo pasar entre los más grandes de la historia si obtenía la victoria. Entonces Aníbal cabalga entre sus hombres dándoles las últimas instrucciones y palabras de ánimo: “No hay ni uno solo de vosotros que no me haya visto asestar un golpe en medio de la batalla. He sido testigo de vuestro valor en combate, conozco vuestros actos de bravura con el corazón, fui vuestro alumno antes de ser vuestro Comandante. Debéis ser valientes, para vosotros no hay camino intermedio entre la victoria y la muerte. Si la fortuna duda en favoreceros, encontrad la muerte en combate en vez de en vuelo. Baal (Dios) le ha enseñado al hombre el mejor camino hacia la victoria: el desprecio a la muerte.” Aníbal Barca
Un momentáneo silencio envuelve la batalla, lo único que se interpone entre los 2 ejércitos es una nube de polvo rojo que levanta el viento de verano. Los romanos se aproximan marchando lentamente y chocan las espadas con sus escudos, y cuando están cerca, la línea frontal romana tira sobre la primera línea cartaginesa una lluvia de lanzas. Los galos del frente lanzan su grito de batalla y chocan con el centro romano. Las caballerías también chocan las unas con las otras en ambos flancos. Las legiones romanas avanzan por el centro, y de a poco se va volviendo una línea recta, justo como Aníbal me había planificado, y de apoco se va dando vuelta la medialuna. En el flanco de la caballería ligera la lucha está muy igualada, pero en el flanco de la caballería pesada la caballería cartaginesa y el último elefante arrasan con la misma y finalmente la caballería pesada romana se bate en retirada. La caballería pesada cartaginesa la persigue un tramo, pero luego se da vuelta y se dirige hacia la caballería ligera romana por la retaguardia, y al verlos aproximarse, la caballería ligera empieza también a huir, mientras ambas caballerías les persiguen haciendo caer a muchos de los que huyen, buscando que no piensen en regresar. Saliendo ya del campo de batalla ambas caballerías, la media luna ya está completada y los flancos romanos empiezan a sufrir, y en ese momento las caballerías de Aníbal se dan la vuelta para atacar la retaguardia, con menos de la mitad de los hombres ha conseguido rodear a las fuerzas romanas. El caos y el temor se apodera de los flancos y la retaguardia romana que caen hombre tras hombre en grandes cantidades, apenas un pequeño grupo que va hacia el frente logra terminar de romper las líneas cartaginesas, y al ver hacia atrás ven como todo el ejército ha sido aniquilado inician la retirada que no todos lograrán en la persecución cartaginesa. Más de 6 mil cartagineses y más de 70 mil romanos yacen en el campo de batalla, sin contar los 10 mil heridos cartagineses y los 11 mil romanos capturados. Aníbal vence, y de esta manera hace justicia y cumple el juramento de su niñez.
En pleno ocaso, el Aníbal de la batalla se dirige montado en su caballo hacia donde nos encontramos Aníbal y yo, y a solo unos 3 o 4 metros de mí se detiene, y con el sol en el horizonte, el caballo asciende sus patas y relincha al tiempo que Aníbal extiende la espada, victorioso. Tras tan emotivo y épico momento, da vuelta y vuelve con sus hombres. Me volteo hacia Aníbal que se encuentra a mi izquierda y que me ha explicado como desarrolló la batalla, nos damos un saludo de Comandante a Comandante tomándonos antebrazo con antebrazo, pues él es Comandante cartaginés en la historia y yo Comandante de las Letras en la literatura, nos despedimos y salgo de esa estación de tren partiendo hacia la zona frente al museo de Canas donde está la estación de autobús. Había gente en aquella estación, talvez no estaban conscientes de dónde estaban y lo que estaba pasando, y quizá pensaron que estaba yo loco al ver yo aquellos campos cercanos al río de forma tan maravillada, pero yo sé lo que vi, y poco importó la opinión que aquellas personas tuvieran de mí. Es este el momento cumbre de la historia de Aníbal en el que derrotó al Imperio Romano, y yo estuve ahí. No pude ir a Tesino, Trebia ni Trasimeno, los lugares quedaban muy lejos de las estaciones de tren y mi boleto universal de trenes no incluía autobuses, debía caminar de 3 a 10 quilómetros según el lugar que quisiera visitar, así que renuncié a ir por esta vez, de hecho, también había renunciado a ir a Cannas, pero debo a Michela, una bella chica rubia de 20 años con la que nos encontramos tirados en el piso en la estación de tren de Florencia, yo iba ir al norte, ella había llegado a un concierto desde el sur, pues era San Ferdinando di Apulia, cerca de Barleta y de Cannas, quien me habló maravillas del sur y por quien decidí dar el giro y al final sí viajar al sur, teniendo así la grandiosa oportunidad de estar en este sito tras 16 años de soñarlo.
EL DISCÍPULO DE ANÍBAL, LA BATALLA DE ZAMA Y EL DIGNO RIVAL
Cannas fue el máximo hito de la historia de Aníbal Barca, y es aquí donde preferiría dejar la historia pero voy a continuar. Aníbal vivió muchas otras aventuras que durarían muchos años, los romanos, así como otros ejércitos que tuvo que enfrentar no siempre fueron honorables, pero cabe destacar que al final Aníbal encontró un rival digno, su alumno, que no solo aprendió de él, Aníbal, su genio militar, sino también aprendió de él el honor. En el año 202 a. C., más de 10 años después de la victoria de Aníbal el equilibrio de poder había cambiado por culpa de los políticos cartagineses enemigos de Aníbal, y esta vez roma contraatacaba con Publio Cornelio Escipión el Joven, hijo del derrotado cónsul de Tesino. Cartago llamó a Aníbal que se encontraba lejos en campaña, y Aníbal tuvo que regresar a defender su tierra, no sin decir a sus rivales políticos: “Durante muchos años han intentado obligarme a regresar negándome refuerzos y capital, pero ahora no utilizan indirectas sino palabras muy directas. Mis enemigos políticos en Cartago la única manera que encontraron de arruinarme a mí es arruinar al propio Cartago sin advertir que se han arruinado a sí mismos.”
Aníbal de 44 años que había iniciado a pelear contra roma a los 29 años se encuentra con Escipión de 33 años. Escipión fue un sobreviviente romano de la batalla de Tesino, Trebia y Cannas, batallas en las que aprendió de su maestro, Aníbal, y posteriormente había ganado sus propias batallas en otros escenarios bélicos. Dos ejércitos de alrededor de 40 mil hombres se enfrentarían. Aníbal prefiriendo la democracia se reúne con Escipión, los 2 hombres se encontraron en Zama, cerca de la actual Siliana, Túnez. “No solo eran los soldados más grandes de su época sino los reyes o comandantes más grandes del mundo y de la historia. Por un minuto, enmudecieron de admiración mutua y se observaron en silencio.” Tito Livio. Ahí discutieron las posibilidades de firmar la paz. Durante tantas guerras ambos habían perdido familiares y amigos, entre otros, Aníbal había perdido a su padre y a su hermano Asdrúbal en batalla, mientras Escipión a su padre y a su tío. Aníbal y Escipión se separaron sin llegar a un acuerdo. Esas áridas explanadas del norte de África serían testigo al siguiente día, 19 de Octubre del 202 a. C., de la batalla de Zama, donde por primera y única vez en la historia Aníbal sería vencido. Escipión, llamado desde entonces el Africano, no aprendió solamente las tácticas, sino también el honor, y con profunda admiración por Aníbal y los cartagineses, no impone condiciones tan duras a Cartago como podría haber sido, y a diferencia de lo que siempre hacían los romanos con sus rivales, que los apresaban y llevaban a Roma para exhibirlos en su victoria y luego ejecutarlos, por el honor y por el respeto a su oponente, Escipión dejó en libertad a Aníbal. Para sorpresa de todos Aníbal renacería de sus cenizas.
EL MEJOR GENERAL DE LA HISTORIA Y SU VICTORIA EN CARTAGO
Aníbal en el 201 a. C. regresó a Cartago junto a su familia, y cansado de ser soldado cambió la guerra por la política y fue elegido sufete, es decir, magistrado de poder ejecutivo y legislativo, liderando el partido democrático junto a los Bárcidas, partido interesado en el poder del pueblo inspirado en las ideas griegas que impulsara Pericles y que apoyaba una política de expansión territorial y conquistas en África, opuesto al partido oligárquico compuesto especialmente por los más adinerados del país más interesado en buscar una prosperidad económica basada en el comercio y en cobrar los impuestos portuarios a los comerciantes y los tributos a las Polis vasallas de Cartago. Aníbal triunfó, y durante su mandato promulgó una ley por la cual la indemnización que Cartago debía pagar a Roma tras la firma de la paz no sería pagada por el tesoro Cartaginés, sino por un impuesto extraordinario especial impuesto a los oligarcas, mismos cuyo partido negó los refuerzos y el capital a Aníbal con el que Cartago se habría convertido en la potencia más grande de toda la Antigüedad, y con lo que se habría evitado la derrota en Zama. Los oligarcas no pudieron hacer nada, y así les venció Aníbal. Aníbal era aclamado por el pueblo, despertaba lealtad en todos los que le rodeaban, le tenían admiración y respeto. Aníbal trabajó por erradicar la corrupción en Cartago y volvió a hacer de su nación una nación próspera.
De hecho, se cuenta que en una ocasión recibió al mismo Escipión el Africano en Cartago, con quien mutuamente se admiraban y se fueron a tomar un café. Escipión le preguntó sobre los mejores generales de la historia. Aníbal mencionó a 2 generales, uno griego y otro macedonio, y luego se mencionó a sí mismo. Escipión le respondió: “Eso sería si yo no te hubiera vencido”, como queriendo decir que era mejor que Aníbal y merecía ese tercer lugar. Aníbal le dijo: “Si no me hubieras vencido, yo sería el primero”. A mi criterio Aníbal es bastante modesto, sin embargo, es él el mejor en todos los sentidos, tanto a nivel estratégico como a nivel artístico, en ambos aun considerando uno solo de los aspectos. Con el nivel artístico me refiero a hacer de su propia vida una obra de arte, y al significado o simbolismo de sus victorias y hazañas. El general macedonio para empezar no era tan hombre, Aníbal sí, en segundo lugar, el macedonio luchó contra un emperador cobarde que se retiraba a mitad de la pelea, Aníbal con Cónsules que luchaban hasta el final de la batalla e incluso caían antes que rendirse, en tercer lugar Aníbal hizo travesías para las que no tenía recursos, el macedonio sí, en cuarto lugar el macedonio quemó una de las ciudades más bellas, Aníbal no, el macedonio era rey o emperador, Aníbal solo un general, el macedonio lanzaba súbditos a la batalla, Aníbal acompañaba a sus amigos y familia en la batalla, el macedonio fue envenenado muriendo cuando no quería morir, Aníbal elegiría cuándo y cómo morir, el macedonio fue obligado a retroceder por sus propios compañeros, a Aníbal sus compañeros le acompañaron a donde él dijera dando la vida por él, es incomparable, Aníbal es el mejor. El griego que menciona Aníbal, por otra parte, es famoso por obtener victorias que le sabían a derrotas, tanto que por él se llama a una victoria en la que el ganador es el más dañado victoria pírrica, este líder militar era rey, Aníbal solo un general, el griego se vio obligado a retirarse por acciones del enemigo, Aníbal jamás fue obligado a retroceder por acciones del enemigo, y la muerte del griego no fue tan épica ni honorable, la de Aníbal sí. Por último, aunque Escipión le ganó, cuando este le gana él tiene toda la ventaja, tenía tal ventaja que Aníbal sabía que era imposible vencer y habría preferido la paz, aunque aun así lo intentó, en cambio Aníbal no hubo una sola batalla en la que él tuviera la ventaja, siempre todo estuvo en su contra y aún así venció, de esto último sí estaba consciente Aníbal y por ello en aquel encuentro no incluyó a Escipión con prioridad a sí mismo a pesar de haber sido derrotado por este, pues las circunstancias de las batallas en cualquier contexto hacen de Aníbal el mejor general de la historia universal.
ODISEA DE ANÍBAL ALLENDE SU PATRIA
Los enemigos políticos de Aníbal, tras 7 años de gobierno de Aníbal, traicionaron una vez más su patria, y lo acusaron ante los romanos de estarse fortaleciendo para una nueva guerra contra Roma. Una Cartago renaciente era peligrosa para los romanos, pero una Cartago renaciente con Aníbal llenaba de terror los corazones romanos. Aníbal se enteró, sabía que Cartago no era lo suficientemente fuerte para una nueva guerra con Roma, y esta vez no estaba ningún líder honorable como Escipión a la cabeza, así que para evitar que los planes de sus enemigos políticos tuvieran éxito, habiéndoles ya hecho pagar toda la indemnización a Roma, a los 52 años decidió autoexiliarse de Cartago en el 195 a. C., y nunca más volvería a su patria. Y nuevamente para sorpresa de todos resurgiría, se convertiría esta vez en uno de los generales de Antíoco III, El Grande, Emperador del Imperio Seléucida, Imperio de cultura helénica que dominaba todo el medio oriente, logrando también ahí grandes hazañas
Aníbal habría llegado inicialmente a Tiro, ciudad de la que un día habría partido la Princesa Dido a fundar Cartago, regresando a los orígenes, a la ciudad ahora bajo el Imperio Seléucida, donde fue recibido con júbilo por los fenicios que ahí vivían y que habían escuchado de sus hazañas, pues sentían que los triunfos de Aníbal eran no solo de Cartago, sino de toda la civilización fenicia, cananea o púnica, como también se le llama. Tras de eso partió a Éfeso, ciudad también parte del Imperio griego Seléucida, donde fue recibido con júbilo y alegría también por Antíoco III, El Grande, ejército que se preparaba para luchar contra Roma. Aníbal tendría una vez más la oportunidad de luchar contra su viejo enemigo en la Guerra Romano-Siria que duraría del 192 a. C. al 188 a. C. Roma, temiendo grandemente a Aníbal, que al parecer de ellos tenía el ejército de todo un Imperio a su disposición, presas del terror llamaron a Publio Cornelio Escipión El Africano para ayudarles en la guerra contra el Imperio Seléucida, el cual acudiría junto a su hermano, ahora Cónsul, y su hijo. Escipión el Africano, sin embargo, enfermaría, y no podría llegar a combatir contra Aníbal, mientras su hijo sería capturado por los Seléucidas, sin embargo, conociendo Aníbal lo que es el honor, el hijo sería liberado sin que Antíoco III pidiera rescate, de hecho, Aníbal habría dado especial sepultura a los 2 Cónsules romanos que cayeron bajo su espada, e incluso habría hecho llegar las cenizas de un antiguo Cónsul hasta su familia. Aníbal, conociendo el combate de los romanos, daría consejos a Antíoco III de cambiar la estrategia, pero los generales seléucidas, celosos del general extranjero, le persuadirían de hacer lo contrario, lo que devendría en la derrota de Antíoco III. Al finalizar su participación en la guerra, Escipión el Africano sería traicionado por sus enemigos políticos en roma en el 190 a. C. y sería condenado judicialmente con base a falsedades, ante tal injusticia decidiría no cumplir la condena y se autoexiliaría, y al mismo tiempo, en los tratados de paz con Antíoco III, estos romanos traidores de Escipión pedirían a Aníbal para ser apresado, pero Antíoco III, admirándole, le dejó ir.
Aníbal pasó por Creta y luego se regresó a Asia dirigiéndose hacia el oriente, llegó al Reino de Armenia donde sería bien recibido por Artaxias I, hasta quien habían llegado las historias de las hazañas de Aníbal, Aníbal era toda una leyenda. Aníbal aquí no se dedicó a la guerra, sino le fue encargada la fundación y construcción de la ciudad de Artaxata o Artaxiasta, que se convertiría en capital del Reino de Armenia y que aún hoy es una ciudad de Armenia capital de la Provincia de Ararat. Tras esto viajaría al Reino de Bitinia donde el rey Prusias I que estaba en guerra con el rey de Pérgamo Eumenes II. Aníbal lograría una de sus más grandes victorias marítimas con la ingeniosa estrategia de lanzar calderos llenos de serpientes a los barcos enemigos. Posteriormente le encargaría la fundación y construcción de la ciudad de Prusa, actualmente llamada Brusa, siendo ahora la cuarta ciudad más grande de Turquía. Tardó ahí un tiempo, pero finalmente llegó a oídos de los romanos que Aníbal se encontraba en Bitinia, y llenos de pánico y terror, temiendo siempre que regresara a Roma para destruirla, enviaron un embajador a Prusias, enviaron a Tito Quincio Flaminio, hijo del Cónsul caído en Trasimeno, pidiéndole entregar a Aníbal. Prusias traicionaría a Aníbal, y le daría el nombre de la población donde se encontraba para que fuera por él, que se encontraba en Libisa. Sin embargo, Aníbal aún tenía amigos, y en aquel momento, a caballo, un mensajero llegó hasta la finca donde Aníbal, de 63 años, se encontraba descansando, escribiendo y disfrutando de su retiro y vejez junto a familia y amigos.
EPÍLOGO DE UN HÉROE
Pero Aníbal no quiso irse. Se arregló, dio su testamento, se despidió de todos amablemente, sus amigos le dijeron que huyera, pero él dijo que jamás había huido, siempre que partió de algún lugar lo hizo con algún objetivo, pero ahora ya estaba tranquilo y no quería más aventuras, era su deseo poner él fin a su vida cuando él decidiera y no que otros, ni enemigos, ni los Dioses, ni la naturaleza decidieran por él. Además de ello, Aníbal no quería regresar a Cartago, la tierra líbica donde el oráculo le dijo que sería su muerte, estaba impresionado del nombre de aquel lugar, llamado Libyssa, talvez eso había querido decir el oráculo, Aníbal podía escapar, pero sabiendo que no quería regresar a Libia, prefirió ayudar al oráculo a no estar equivocado y cumplir su profecía.
Entonces, de forma estoica, de su anillo, que había cargado desde que inició la campaña contra Roma, sacó un veneno mortal y se lo sirvió en una copa. En ese momento quienes le acompañaban se dieron cuenta de que Aníbal nunca habría dejado que le capturasen o le asesinasen, pues llevó siempre consigo algún veneno en el anillo para beberlo en caso que las cosas salieran mal, y al mismo tiempo se dieron cuenta de que Aníbal siempre estuvo seguro del resultado de la batalla, incluso en su combate con Escipión, sabía que este no le capturaría ni le asesinaría, pues de haberlo pensado habría bebido tal veneno, y ahora, que finalmente se disponía a beberlo, lo hacía por voluntad propia, pues tiempo de escapar tenía. Era un 3 de diciembre del 183 a. C., yacía gravemente enfermo en Liternum, en una finca rural al igual que Aníbal, el general romano Escipión, rodeado de familiares y amigos también, que autoexiliado de Roma como autoexiliado también Aníbal, ambos traicionados por sus enemigos políticos, siendo cada uno el más grande héroe de sus respectivas patrias, en medio de la agonía dijo Escipión: “Patria ingrata, no tendrás ni siquiera mis huesos”, ordenando ser enterrado allí y no en Roma, y seguidamente expiró su último aliento. Ese mismo día Aníbal, a miles de quilómetros en lontananza, tomó la copa entre sus manos con el veneno y dice: “Cuánto han cambiado los romanos, sobre todo en sus costumbres, que no tienen más ni siquiera la paciencia de esperar la muerte de un anciano, entonces, libremos a los romanos de su continuo terror y cuidado, la muerte de su odiado y viejo enemigo ha sido una espera larga y tediosa”, y así, soberbiamente, al igual que su padre, prefirió suicidarse con honor antes huir o peor aún, caer en las manos del enemigo, negándoles así a los romanos su última victoria. Aníbal se sentó tranquilamente a esperar su muerte, y una copa cayendo al suelo fue señal del fin de su vida, muriendo cuando quiso, como quiso y con honor, murió como una leyenda. Es así que me gustaría morir a mí.
VERSOS AL HÉROE ANÍBAL DE CARTAGO
Salve gran héroe Aníbal Barca, el Comandante de las Letras saluda al Comandante de Cartago, goza siempre y por siempre del favor de Baal. Del honor siempre hiciste gala, tu genio militar no tuvo parangón en la historia, venciste a todos tus enemigos, y moriste solo cuando y como tú decidiste morir. Admirado por tu pueblo, amado por tu bella princesa, tu siempre amada Hilice, despertaste la lealtad de tus compañeros de lucha, tus amigos por ti daban y dieron su vida, y por tus enemigos fuiste respetado y admirado, cuánto honor habría sido para mí ser tu leal compañero o tu digno rival, porque no solo crecemos con los amigos también con los enemigos que lucha nos dan, y es por nuestros amigos y nuestros enemigos que medidos somos y seremos, por tanto, considérame a más de 2 milenios salvando y admirando tu memoria un amigo más, oh honorable General. Fuiste odiado solo por los pusilánimes, cuyo corazón siempre llenaste de temor, a los que venciste sin siquiera haberte encontrado con ellos, y quienes, tratándote de cruel, nunca pudieron encontrar motivo alguno para tratarte de injusto, pues tu espada como la Durandal de Roldán, implacable impuso siempre la justicia. Un fantasma recorre el mediterráneo, es el fantasma de Aníbal Barca, que a los que se proclamaban fieros descendientes de Marte enseñó el significado del miedo. Temblad, latinos hijos de Júpiter, ciudadanos de Roma, ante la espada de durindaina cartaginesa. Breno, Alarico, Genserico, Ricimero, Odoarco, Atila, ¡Ad Portas! ¡Ad Portas! ¡Hannibal ad portas!, ¡Aníbal está a nuestras puertas!, ay, ay, ay de los vencidos, vae victis, que en todas partes ven a Aníbal, el azote de Baal, Flagellum Dei. Aníbal. Oh, Aníbal el Grande, quién como tú tuviese tal papel en la historia y marcase tan gigantes hitos. Como tú espero provocar tal terror en el corazón de mis enemigos y en todos los descendientes de mis enemigos a los que como tú, a toque de a degüello, prometo no dejar escapar hasta y vencerles en vida o perseguirlos cual fantasma en la muerte, hasta verles aplastados bajo mis elefantes desde la cima de mi Monte Blanco donde mis sueños se yerguen realizados, y aunque talvez a mí me toque empuñar la pluma en vez de la espada por ser tuyo el arte de la guerra y mío el de la literatura, y 2 200 000 años de distancia nos separen, nos unan la inteligencia, el honor y la magnificente soberbia, y como Comandante de las Letras consiga yo tanta o más gloria de la que conseguiste tú, con el amor siempre de alguna princesa, coronado siempre por los laureles de la victoria poniendo el alto mi linaje y que orgullosos estén de mí aquellos de quienes yo sea prosapia. Oh gran Comandante de la Antigüedad, inspiración de mis épicos escritos, modelo de caballero andante a emular, recibe estas letras de este caballero que con igual honor, lealtad y firmeza que tú, hoy rinde homenaje a tu eterna y gloriosa memoria.
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