ARMONIOSA MILÁN
I. Tras los pasos de Aníbal, regresando a casa
Tras atravesar los Alpes, como Aníbal, aunque no sobre elefantes sino en tren, bajando hacia el medio de la llanura, arriba mi tren a la estación y me encuentro en la llanura del medio, Mediolanum según los romanos, también Mediólanon según los griegos, Meśiolano o talvez Medhelan según los galos, Milano en italiano, Mailand en alemán, Milão en portugués, Milan en lombardo dialecto occidental, Milà en lombardo dialecto oriental y Milán para nosotros los hispanos. Justo en medio de los Alpes y los Apeninos, precisamente en medio del río Tesino y el río Adda, ubicándose al norte del Po, ciudad gala, romana, hérula, goda, bizantina, lombarda, ducal milanesa, francesa, española, austriaca, saboyana e italiana.
Milán es una ciudad enorme pero ordenada, siendo ciudad del modelaje, es como si de la esbelta figura de una modelo se tratara, cada curva y cada línea está perfectamente delineada y proporcionada. Mientras unas calles hacen círculos alrededor a manera de anillos olas de ondas que parten del centro, las otras calles van desde los extremos y confluyen en su centro, haciendo honor a su nombre de Mediolanum.
II. Del Antiguo Imperio Romano al Medieval Imperio Cristiano
Llegar a esta ciudad fue una experiencia sublime, fue como si Aníbal mismo me acompañara desde los Alpes y juntos hiciésemos Milán nuestra, convirtiéndome en emperador desde esta antigua capital romana.
Aunque mi camino haya comenzado en Loreto, atravesemos esta vez la ciudad hasta allende, al suroeste y comencemos nuestro recorrido en el Canal Grande de Milán, diseñado para la navegación trayendo agua desde el Tesino. Aquí encontramos la estación de tren San Cristóbal desde la cual, avanzando por el Camino de Sirga del Canal Grande pasa uno por la Iglesia de San Cristóbal sobre el Canal, y finalmente sobre Vía Valencia se arriba a la estación de tren y también de metro de Puerta Génova. Es precisamente aquí que me encontraría al médico Massimo y su distinguida esposa Loredana, matemática y catedrática, quienes me recibirían amablemente en su casa en este sudoeste de la ciudad junto a su amable hija y nieta. Ellos serían de los protagonistas de mi travesía por Europa, no habría yo imaginado las épicas aventuras y las proezas que realizaríamos, como junto a ellos conocería yo a un guía literato y a un caballero del mundo real, cómo descubriría uno de los secretos mejor guardados, una aventura musical e histórica, relato que narraré en una próxima publicación, en las aventuras en Como, así que sígueme en este blog y redes sociales para conocer esta historia, dame me gusta y comenta.
Continuando nuestro recorrido, una vez aquí podemos seguir por el Curso Cristóbal Colón y luego el Curso Génova hasta llegar a la Vía Edmundo de Amicis. Tomando esta vía hacia el sudeste, uno se encontraría entre la misma y la Dársena a donde llegan el Canal Grande y el Canal Pavese el antiguo Anfiteatro Romano, pudiendo transportarse uno a la época en la que esta ciudad era parte de tan épico imperio, siendo oficialmente la capital del Imperio Romano de Occidente del 395 d. C. al 402 d. C., e incluso, siéndolo fácticamente desde el 286 d. C. Más al sur, a la otra punta de la Dársena, se encuentra el Arco de la Puerta Tesinesa, un arco neoclásico con columnas de orden jónico.
Sin embargo, si uno continúa por esta Vía hacia el sudeste, pasará por la Parroquia Ortodoxa Romana que podrá verse a la derecha, y arribará finalmente a la Puerta Tesinesa Medieval, más antigua, de base gris y parte superior de ladrillos, asemejándose a la entrada a un castillo, una puerta con la que he quedado fascinado. Y al seguir avanzando, al nada más atravesarla, cual si fuera una película, de fondo en aquella escena comenzó a sonar la canción de Antonello Venditti: “Eh, in questo mondo di ladri, C’è ancora un gruppo di amici, che non si arrendono mai. Eh, in questo mondo di santi, il nostro cuore è rapito da mille profeti e da quattro cantanti. Noi, noi stiamo bene tra noi, e ci fidiamo di noi. In questo mondo di ladri, in questo mondo di eroi, non siamo molto importanti, ma puoi venire con noi…” (“Eh, en este mundo de ladrones, quedamos todavía un grupo de amigos, que no nos rendimos jamás. Eh, en este mundo de santos, nuestro corazón cautivado por mil profetas y cuatro cantantes. Nosotros, nosotros estamos bien entre nosotros y nos fiamos de nosotros. En este mundo de ladrones, en este mundo de héroes, no somos muy importantes, pero puedes venir con nosotros…”) icónica canción de tan excelso cantante italiano que había escuchado ya tantas veces, quedando mi corazón profundamente conmovido en aquel momento al estar finalmente aquí en Italia tras tanto tiempo soñándolo.
Aún escuchando de fondo aquella emblemática canción, avanzo sobre el curso Puerta Tesinesa y me encuentro con las Columnas de San Lorenzo, columnas clásicas romanas que me recuerdan las columnas neoclásicas que se encuentran en el Parque Central de mi ciudad, Quetzaltenango. Tras de estas columnas se encuentra una pequeña plaza rodeada por la Basílica de San Lorenzo el Mayor, iglesia cristiana donde justo en aquel momento se desenvolvía una misa, por lo que pude entrar a contemplar el interior. Por cierto, la misa la estaban dando en tagalo, o dicho de otra forma, en filipino, ¿por qué?, no lo sé, sé que Filipinas es un país católico por haber sido parte del Imperio Español y por eso fue en Manila donde más personas se han reunido para un mismo evento, proeza lograda por el otrora papa Juan Pablo II, pero ¿qué pintan los filipinos acá?, pues nada, estaban en misa no estaban pintando, pero ¿qué hacen acá?, si lo sabéis decídmelo en los comentarios.
Entre la iglesia cristiana y las columnas romanas, uniendo ambos mundos, se yergue la estatua del Emperador Constantino I el Grande, San Constantino para la cristiandad ortodoxa, mismo que entre febrero y marzo del 313 d. C. hubo aquí promulgado el Edicto de Milán, edicto de tolerancia religiosa tras el cual se pondría fin a la persecución de los cristianos. Estar aquí frente a la estatua del Emperador que fundara Constantinopla es algo épico, y además siendo aquí donde se promulgase tan célebre edicto, me hace sentir un profundo respiro de libertad.
Continuando con el trayecto por el Curso Puerta Tesinesa, si uno cruza en la primera esquina a la izquierda, por diversas calles sinuosas y curvas se puede llegar hasta la Basílica de San Ambrosio, dedicada al santo católico, ortodoxo, luterano y anglicano San Aurelio Ambrosio de Milán, obispo de esta ciudad y padre de la Iglesia junto a San Agustín de Hipona, San Jerónimo de Estridón y San Gregorio Magno. Si uno continúa en la misma dirección en zigzag por calles más rectas se encontrará uno finalmente la iglesia color ladrillo de Santa María de las Gracias, en cuyo interior se encuentra el cuadro de La Última Cena pintado por el egregio Leonardo Da Vinci.
Sin embargo, si uno no sigue aquí, sino continúa por el Curso Puerta Tesinesa hasta su final, arribará uno a la Vía Turín, girando a la derecha, que al nada más iniciarla, en la segunda esquina podrá uno cruzar sobre la Vía Sixto que luego se convierte en Morigi y después en Brisa, y terminará uno llegando a las ruinas del Palacio de Maximiano, residencia imperial romana durante la época en que Milán fue capital del Imperio Romano de Occidente, construido por el Emperador Marco Aurelio Valerio Maximiano el Hercúleo, tetrarca en la época de Diocleciano; y cerca de aquí la torre medieval y lo que queda del palacio de los Gorani. Si uno llega al final de esta calle, si uno siguiera recto llegaría hasta la rotonda Cairoli de la que hablaré más adelante, empero, si uno cruza hacia el Curso Magenta, podrá uno pasar por los barrocos Palacio y Teatro Borromeo Visconti Litta, y sin cruzar más, seguir caminando hasta llegar finalmente a la Iglesia Santa María de las Gracias, y de aquí podría uno regresar por San Ambrosio hasta San Lorenzo, aunque también podríamos haber hecho el recorrido circular inverso para llegar de San Lorenzo hasta la Vía Turín.
III. Ascensión al Reino Celestial Bajo la Sombra de la Madonnina
Si permanecemos aquí en Vía Turín, nos encontramos en un sinuoso y claro recorrido que acogedoramente nos conduce lentamente hasta el centro de la Plaza del Duomo. Al llegar al tope de la calle, estamos ya de frente a la Plaza de los Mercantes, una pequeña plaza medieval a la que si uno entra se encuentra en un pintoresco sitio de calles peatonales estrechas rodeado de edificios hermosos, destacando el Palacio de la Región, la Logia de los Osii, la Casa de los Panigarola y la Escuela Palatina que talvez sea mi favorita. Si uno sigue aquí la Vía Orefici hasta el final y cruza a la izquierda sobre la Vía Maravillas llegaría también a Santa María de las Gracias, y si no se cruza y se sigue por Vía Dante se llegará a la rotonda Cairoli. Si uno en cambio finalizando la Vía Turín va a la derecha entra inmediatamente en la Plaza del Duomo, el centro de Milán.
Quedándonos detrás la Plaza de los mercantes, avanzando a la derecha nos queda el Palacio Real de Milán, a la izquierda destaca la magnífica Galería, mas de frente se yergue imponente la monumental Catedral de Milán. A la derecha podemos ir al Palacio Real de Milán, en el cual se encuentran diversos museos, cuando yo entré había una exposición en uno de los patios internos de un tanque con libros encima, supongo que metáfora de la guerra y la lectura. Este Palacio otrora con su atrio cerrado y separando a los gobernantes del pueblo, es empero hoy abierto hacia la plaza fusionándose con esta y recibiendo gentilmente con un abrazo a los visitantes.
Yendo hacia adelante, a la Catedral de Milán, una serie de gradas nos reciben al frente, e imponente se encuentra frente a nosotros, esculpida en mármol, la majestuosa Catedral de Milán, llamada también Duomo. La Catedral de Milán es enorme, es más grande de lo que puedan las fotografías mostrar, es como de cinco templos de ancho, unos nueve de largo y unos tres de alto. La cantidad de relieves y estatuas esculpidas de forma abundante y sobrecargada me sabe a barroco, mas sus líneas verticales y sus ventanales me saben a gótico, que es el verdadero estilo esculpido encima de un renacentista anterior. Me he quedado ahí por mucho tiempo contemplando absorto, maravillado por aquella hermosa Catedral Gótica, cuyas líneas verticales te ascienden hasta el cielo hacia el mismísimo Dios, tal como la Virgen de la Asunción es asunta por el mismo Jesús, La Madonnina a cuya sombra, desde el capitel mayor de la Catedral, se extiende alrededor la ciudad de Milán.
Aquí, bajo la sombra de la Madonnina, caminé hacia las enormes puertas finamente esculpidas de la Catedral, hasta las puertas tienen toda una historia tallada en ellas con miles de figurillas de Jesús y otros personajes. Tocar sus enormes puertas, pasar mis manos sobre aquellos muros de mármol me descubrían que era real, no estaba soñando, por fin estaba ahí, había llegado. Aquí, a esta iglesia, había llegado mi papá 33 años antes, y hace más de 20 años tanto mi papá como mi mamá estuvieron en diferentes años aquí, y aquel portallaves rojo y dorado con la Catedral de Milán en relieve, donde he puesto las llaves tantas veces, ahora estaba aquí, en el edificio original, ¿puede haber mayor proeza? Mi padre y madre vinieron aquí antaño, cuando todavía funcionaba la lira y no el euro, los 2 becados para estudiar telecomunicaciones, pues no habría habido otra forma que ellos pudiesen venir aquí; y ahora yo tras tantos años, sin haber podido optar a una beca y no queriendo buscarla a cualquier costo (es decir, no voy a buscar una beca en algo que no me guste solo por ir allá), pude tras años de ahorro, en un viaje sin destino, con libre trayecto, sin agenda ni reservación, en libertad, llegar a este sitio tan ansiado, a las puertas de esta Catedral que son también las puertas del paraíso divino al que he llegado.
Es aquí, en esta Catedral, donde aún se puede sentir el espíritu de San Galdino de la Sala, obispo de Milán que murió aquí en pleno sermón, siendo entonces la Basílica de Santa Tecla, aunque no precisamente tecla de piano, anterior templo que ocupó este lugar. También aquí pude sentir el espíritu de San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán que, junto a San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas y patrono de la Universidad Rafael Landívar en cuya extensión Escuela Experimental y de Aplicación Dr. Rodolfo Robles estudié mi secundaria, y San Felipe Neri, cuyo recorrido turístico propuesto recorrería yo sin planificarlo en una ciudad sobre la que contaré próximamente, Borromeo fue uno de los principales contrarreformadores católicos y participante protagónico en el Concilio de Trento, siendo además el patrono de mi alma máter, la Tricentenaria, Real y Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo, de la cual soy egresado y catedrático. Y lo encontré aquí, pude encontrarme de frente con Carlos Borromeo y conversar con él en esta iglesia gótica, como gótica es la Iglesia de San Nicolás en mi ciudad de Quetzaltenango, aunque mucho más pequeña. Estar en Milán era como estar en casa, solo que una casa más grande, ¿es acaso que mi ciudad fue construida a imagen y semejanza de Milán?
¿Quieres saber dónde me quedé? ¿Recomiendo algún restaurante? ¿Quieres conocer a los amigos que hice en Milán? ¿Quieres saber cómo me convertí en Duque de Milán? ¿Encontré alguna princesa para salvar? ¿Conquisté algún castillo? ¿Quieres conocer mi encuentro con Minerva y sus augurios? ¿Quieres saber de mi tertulia junto a egregios colegas escritores? ¿Quieres saber cuáles fueron los 2 grandes personajes que conocí, uno un artista, otro un héroe? ¿Quieres conocer la parte más seductora, femenina y musical de Milán? ¿Qué hacen dos jinetes a la sombra del arco triunfal más grande de Milán? Todo esto y más en la continuación de este recorrido por Milán. Sígueme en el blog y redes sociales para enterarte de las próximas publicaciones.
Próximamente, Parte 2:
IV. El Bulevar de los Sueños Cumplidos
V. Navegando por un río de Vino Blanco hacia los Jardines Monumentales
VI. Mi Encuentro con la Diosa Minerva
VII. Río de Vino Blanco hacia Memorables Amistades
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del Corazón
Armoniosa Milán Parte 2
(Próximamente)
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