“Las chicharras
y La Llorona, como el pan y los judíos, son infaltables en la época de
cuaresma; las primeras con su taca taca, taca tarr y su güitirín, güitirín,
güitirín, interminables y monótonos, la segunda con su aaauuuaaa, prolongado y
escalofriante, metiéndose entre todos los intersticios de la noche haciendo
temblar a quienes para bien o para mal, escuchan su grito.
Pero como que
cada vez está haciéndose más escasa su presencia y hasta llegamos a pensar que
se le ha olvidado la temporada y el compromiso formal de su visita, y que a lo
mejor se han ido “pal norte” en búsqueda de mejores clientes; pero no, porque
al menos las chicharras y sus congéneres, los güitirines, aunque un poco
tardecito, siempre hacen acto de presencia en los lugares que acostumbran, o
sean los suquinayes y los chalunes desde donde entre orinadas y breves pausas,
posiblemente de descanso, dejan escuchar su canto tedioso y repetitivo, pero a
la vez, alegre y evocador.
Solo falta la
señora de pelo suelto y enaguas blancas y largas, ella sí no tan fácil deja
escuchar su tanzánico grito de guerra, mismo que algunos han contado que en
ciertas ocasiones han oído desde el sabroso calorcito de su cama y a altas
horas de la noche, y que más parece un aullido humano que los ha hecho
enchamarrarse y arrimarse más a su compañero o compañera de sueños, porque en
verdad han sentido cierto miedo o solo habrá sido un pretexto para acercarse un
poquito más.
Y esta señor de
pelo largo, igual que las chicharras y los güitirines, también tiene sus
lugares preferidos para dejarse ver y hacerse oír, y su dilatado y
escalofriante grito también ha roto el silencio de la ncohe, el que se oye como
un triste lamento que se escapa del averno. Pero, como decimos, una vez más
nadie habló de ella como en aquellos tiempos que hasta atraía con su elegante
presencia a algunos trasnochadores paseantes, a quienes dejaba perdidos en los
más sombríos parajes y un tanto atarantados y temblando.
¿O será que
esta nocturna, esbelta y cadavérica dama, llamada Doña Llorona, se ha
convertido en una moderna fémina de minifalda o pantalón de lona y de pelo
corto y pintado? Posiblemente. Quizá por eso nadie la ha reconocido y mucho
menos ha sufrido los grandes sustos que según contaban, les daba a los abuelos.”
San Antonio
Huista, Huehuetenango, Guatemala. 2008
Del libro: “Lo
cierto es que tengo mis dudas…” Páginas 14-15.
Gracias por la
amabilidad de leernos un ratito,
Por dedicarnos
aunque sea un momentito,
Esperamos
volver a compartir con ustedes un poquito,
Bendiciones les
desea El Comandante de las Letras
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