LAMENTOS
DE UN TONECO AUSENTE
Cómo recuerdo
aquí en la distancia
al suelo
querido que me vio nacer,
lo llevo metido
muy dentro del alma
como
complemento de mi propio ser.
Quisiera en
momentos tomar el camino
de regreso a su
idílico regazo,
para ser parte
vital de su destino,
y fundirme con
mi gente en un abrazo.
Volver jubiloso
a la tierra amada
recorrer con
fruición su geografía,
envolverla de
amor con la mirada,
y llorar de
gratitud y de alegría.
Nos aleja de su
seno la pobreza,
el afán de
conseguir un buen futuro,
y partimos
sollozando de tristeza,
en busca de un
propósito inseguro.
Y dejamos a la
raza en un lamento,
deshecha de
dolor por nuestra ausencia,
pidiéndole al
Creador que en nuestro empeño
recibamos el
favor de su asistencia.
Y así nos vamos
del solar querido,
por la ruta de
un porvenir incierto,
de quien sabe
que lugar desconocido,
arriesgando
nuestra vida en el intento.
Lo cierto es
que abandonar la tierra,
aún para vivir
cerca de ella,
es un esfuerzo
que al hacerlo
encierra el
inmenso dolor de ya no verla.
Y aún cuando
nuestro objetivo sea
mejorar la
situación que nos agobia,
buscando con
afán la panacea
que cambie para
siempre nuestra historia;
Ese cambio que
buscamos, muchas veces
puede torcer el
norte que anhelamos,
y convertir
nuestros sueños en reveses,
que a la larga
se esfuman, y olvidamos.
San Antonio
Huista, Diciembre de 2013
Compendio "Cálidos Versos", página 27
Compendio "Estimado Paisano" página 50
Compendio "Estimado Paisano" página 50
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