TORMENTOSO ENAMORAMIENTO
Era uno de mis viajes a Londres, una ciudad enorme, llena de lugares por conocer, con tantas iglesias, teatros, universidades, tantos sitios históricos, cada vez que llego descubro algo nuevo. Uno de mis lugares favoritos es el Tower Bridge, un lugar maravilloso, de entre los lugares al aire libre, aunque otro lugar que me ha gustado visitar bastante es el Museo Británico, es enorme, conozco una parte cada vez que vengo, y aprendo mucho, mi parte favorita es la que trata del Antiguo Egipto, pero bueno, este viaje traería algo diferente, de esas cosas que te cambian la vida.
Viajaba aquella tarde en el metro, el más antiguo del mundo, por cierto, pero se me pasó la estación en que debía bajarme, estaba entretenido viendo mi celular, investigando que nuevo lugar podría conocer en este viaje. Me bajé entonces en la siguiente estación, pero en lugar de tomar de nuevo el metro en dirección a la estación a la que iba, decidí salir de la estación, fue como si una fuerza o algún tipo de magnetismo o presentimiento me dijera que debía salir ahí.
Estando afuera de la estación, pude ver una de esas cabinas telefónicas rojas tan peculiares, me gusta ver de ellas aquí en Londres, es algo peculiar y único; pero dando un vistazo a mi alrededor para ver qué sitio destacaba, pude ver después de un pequeño parque una iglesia estilo gótico, no sabía si era de la Iglesia Anglicana, o Católica o de otra denominación, pero parecía un sitio interesante para visitar.
Atravesé el parque, había gente alrededor, y el cielo se estaba nublando, afortunadamente llevaba mi paraguas por si acaso. Al llegar al templo, las puertas eran enormes, se veía más grande de cerca, e ingresé para conocerlo. La iglesia tenía una gran cantidad de decorados estilo gótico, habían diversas imágenes, pero lo que más me llamaba la atención del decorado era que en el vértice entre el techo y las paredes había una gran cantidad de adornos que parecían estalactitas, estalactitas artificiales, claro, y me llamaba la atención cómo las habrían colocado, y si eso era parte del estilo gótico, porque sé que el gótico tiende a la verticalidad, pero generalmente es más común ver diseños estilo estalagmitas, no estalactitas. Otra cosa que me llamaba bastante la atención, algo que no tiendo a ver en otros templos, eran unas estatuas de unos hipogrifos grandes que destacaban de entre los ángeles y otras figuras que adornaban la iglesia. Los hipogrifos tienen un origen persa si no estoy mal, o al menos los grifos, y claro que las culturas en su sincretismo han adoptado símbolos de otras, pero no deja de ser irónico que estos templos tengan figuras mitológicas que fueron criaturas provenientes de otras religiones, mas no estaba seguro qué representaban aquí. Iba acercándome ya al altar, al fondo del largo templo, cuando la vi…
En ese momento todo lo que pasaba por mi cabeza se esfumó, y quedé anonadado al ver a aquella dama. Era una mujer joven hermosa, morena, de estatura media, esbelta, cabello largo, liso y negro, con ojos negros profundos, la boca de un rojo dulce como el vino, estaba vestida de negro, con falda y abrigo. Mi corazón empezó a latir más y más rápido, pero ella no estaba sola, estaba con una gran cantidad de personas tomándose fotos, parecía que uno de los jóvenes era el agasajado, ¿sería acaso su novio?, todos se estaban tomando fotos con él, talvez había habido una confirmación, comunión o algo así, no sabía, pero yo me hice el desentendido, y me puse a ver el retablo del altar, o eso intentaba, ya ni recuerdo qué había ahí, mi atención la jalaba ella con un magnetismo fuera de lo común.
Me senté en una de las bancas, y volteaba como si estuviese apreciando la Iglesia, saqué mi celular para tomar algunas fotos, y accidentalmente tomé algunas donde salía ella…, pero estaba muy lejos y no se veía bien, y al estar yo de visitante en aquella ciudad, lo más probable era que jamás volviera a ver a aquella mujer. El grupo de unas veinte personas comenzó a salir hacia la puerta, yo me quedé un rato más para que no sospecharan, y después volteé, y empecé a caminar hacia la salida.
Cuando iba llegando a la salida, me di cuenta que para ese momento llovía, parecía que había iniciado una tormenta, y empezaban a salir algunos con paraguas, otros sin él, algunos tapando a alguien más, otros solos, y ella se acercaba al marco de la puerta, escapándoseme en un suspiro la oportunidad… pero de pronto se detuvo justo ahí.
Todos seguían saliendo, y ella se quedó ahí viendo la lluvia, como tratando de decidir caminar bajo ella, no tenía paraguas, y no parecía que nadie la fuera a acompañar, ¡era mi oportunidad!, me acerqué, abrí mi paraguas negro y le dije:
―¿Te llevo?
―Muchas gracias, ¡qué amable!
Se tomó de mi brazo, y empezamos a caminar, así pegaditos.
―Tomaré un taxi aquí enfrente, del otro lado del parque.
Rayos, el problema de no ser de aquí y no tener mi carro aquí, pensé.
―Claro, te acompaño.
―¿Viniste al acto de Geoffrey?
―No, yo vengo de turista.
―En serio, ¿pero por qué vienes tan guapo?
―Hay que venir preparado por si encuentra uno a al amor de su vida, o a una señorita en apuros como tú.
―Yo no creo en el amor, sabes.
―Yo tampoco, pero si sigues prendida así de mí puede que cambie de opinión pronto.
Después de una agradable risa preguntó:
―¿Y desde dónde vienes a visitar Londres?
Le dije de dónde venía, mientras atravesábamos el parque, y ella seguía preguntándome cosas y yo respondiendo, estaba tan absorto con su calidez de persona, sintiendo que me estaba enamorando perdidamente de ella por ese carácter tan afable y tan cordial, que cuando llegamos al final del parque me di cuenta que había pasado respondiendo su afanoso interés en mí (que no dejaba de ser algo bueno) durante todo el trayecto, y caí en cuenta que no le había preguntado ni su nombre, ni su número ni nada. Estaba ya subiéndose al taxi cuando le dije:
―Me das tu número.
―Claro ―Me dijo, y me lo alcanzó en un papelito.
Cerró la puerta del taxi, pero tenía el vidrio bajo todavía cuando le pregunté:
―Oye, y ¿Cuál es tu nombre?
―Mi nombre es…
En ese momento desperté del sueño, una noche más. Noche tras noche tengo ese mismo sueño, y nunca llego a saber su nombre, quién es esa mujer, la he buscado por facebook, he escrito un blog sobre ella, he viajado a Londres y he recorrido calles y calles sin encontrar esa iglesia, me he bajado en cada estación del metro que he podido y no encuentro ese lugar, hay personas que solo es mi imaginación, algunos me sugieren que vaya al psicólogo, pero siempre lo he evadido, yo sé que ella es real, la sueño cada noche, una y otra y otra vez el mismo sueño, y nunca logro averiguar su nombre, cada día espero hora tras hora que llegue la noche tan solo para soñar con ella, y quizá poder averiguar su nombre. Tengo que buscarla, tengo que encontrarla, sé que ella es el amor de mi vida, pero también sé que es mi tormento…
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del Corazón
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
20 de diciembre de 2017
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