LA CATA
(Capítulo XIV)
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Danniela:
Mi teléfono sonaba, no conocía el número, no sabía quién podría estar llamando, pero contesté. Cuál fue mi sorpresa al escuchar esa voz tan conocida ya.
Me alegraba que Ernesto ya estuviera tan cerca, y me fui acercando a la puerta. Fueron quizá unos treinta segundos, cuando Ernesto apareció en la puerta. Venía acompañado de un tipo raro, vestido de rojo, con bigote y barba larga y algo despeinado, contraste total con Ernesto.
Continuará...
Capítulo XI
Capítulo XII
Danniela:
Mi teléfono sonaba, no conocía el número, no sabía quién podría estar llamando, pero contesté. Cuál fue mi sorpresa al escuchar esa voz tan conocida ya.
—Hola Danniela.
—Hola Ernesto, ¡eres tú!
—Sí, ya estoy aquí a un par de cuadras.
—Aquí estoy esperándote en la entrada.
—Ahora llego.
—Te espero.Me alegraba que Ernesto ya estuviera tan cerca, y me fui acercando a la puerta. Fueron quizá unos treinta segundos, cuando Ernesto apareció en la puerta. Venía acompañado de un tipo raro, vestido de rojo, con bigote y barba larga y algo despeinado, contraste total con Ernesto.
—Hola Danniela.
—Hola Ernesto.
Él me tomó ambas manos y me dijo:
Él me tomó ambas manos y me dijo:
—Estás preciosa.
—Gracias. (Le dije, un poco apenada)
—Él es Jake, ella es Danniela.
—Mucho gusto.
—Igualmente.
—Yo voy adentro, que si no se acaba el vino.
—Nosotros también.
En ese momento ese excéntrico amigo de Ernesto siguió su camino y quedamos solos con Ernesto.
—¿Cómo has estado?
—Muy bien gracias, y tú.
—También bien. Siento llegar tarde.
—No te preocupes, aún nos queda suficiente tiempo.
—Vamos.
Empezamos a caminar, y nos dirigimos a donde empezaba la exposición. Ernesto me llevaba del brazo. Él venía muy guapo, bien trajeado y con un perfume delicioso. Al llegar a la antesala del evento nos encontramos a Roberto, quien me había acompañado un rato antes que viniera Ernesto. Ellos se saludaron muy alegremente:
—Hola Ernesto, ¡qué grato verte!
—Qué tal Roberto, ¿cómo te va? Te presento a Danniela. Danniela, él es mi amigo Roberto.
—Sí, ya nos conocíamos.
—¿Ya se conocían?
—Sí, mientras te esperaba charlamos un rato.
—La fuimos a saludar con Franscesco.
—Pues Roberto es uno de los socios dueños de Casa Rioja.
—Ah, qué interesante, no lo sabía.
—Siempre son bienvenidos a Casa Rioja.
—Muchas gracias.
—Pero por favor, pasen.
En ese momento Ernesto entrelazó su mano con la mía, y me llevó, entrando juntos a la primera estancia, hacia una de las experiencias más emocionantes que he vivido...
Continuará...
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
El Comandante de las Letras
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
Escrito el 30 de marzo de 2019
Publicado el 5 de abril de 2019
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