LA CATA
(Capítulo XIV)
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Danniela:
Ingresamos al primero de los lugares. Habían tantos vinos reposando, era un lugar maravilloso.
—¡Wow!, mira Ernesto, ¡cuántos vinos!
—Sí, y esta es solo una de las cavas en el lugar.
—¡Es un lugar tan hermoso!
—Y con nuestra presencia lo es aún más.
En el recorrido había diferentes estancias, en cada una había un vino diferente que se podía catar. Ernesto me llevaba de la mano y nos detuvimos en la primera estación. Catamos un Cabernet Sauvignon, pero antes de catarlo nos explicaban las características del vino. Al parecer al final del recorrido estaría el nuevo vino que presentarían.
Pasamos a la siguiente estación, yo iba muy emocionada, y estaba tratando de poner atención en los datos que decían de los vinos, para aprender más sobre ellos, además de percibir sus características al catarlos. El vino que catamos en esa estación era un Pinot Noir.
Cuando llegamos a la siguiente estación catamos un Malbec, recuerdo que para catarlo entrelazamos nuestros brazos y nuestras copas.
Cada vez me sentía más emocionada, Ernesto me llevaba tomada de la mano y mi corazón latía muy rápido, no sé que estaba sintiendo, es como si lo viera cada vez más guapo. Pero no, debía ser el efecto del vino, quizá no debería catar más.
En la siguiente estación encontramos un Merlot, yo ya me sentía un poco rara, aunque feliz. Traté de agarrar la copa bien, pero debía esforzarme un poco para catarlo bien y que Ernesto no pensara que tenía poca resistencia para catar vinos. Y era poco lo que nos servían, porque solo era para catarlo, pero es que había otra y otra estación, que para mí era demasiado. Ya en las siguientes estaciones ya no pude poner mucha atención en qué decían de los vinos, pero recuerdo que estaba siendo una velada alegre.
Luego recuerdo que íbamos en el carro con Ernesto, a mí me daba mucha risa. ¿Pero a dónde íbamos? No lo recuerdo...
No recuerdo mucho más de aquella noche. Después simplemente desperté, no sabía dónde estaba. El despertador sonaba y lo apagué. ¡Ah! Pero qué dolor de cabeza. Estoy entre las sábanas, desnuda, ¡Pero dónde rayos estoy! Que alguien apague esa luz, que no puedo ver nada.
Capítulo XI
Capítulo XII
Danniela:
Ingresamos al primero de los lugares. Habían tantos vinos reposando, era un lugar maravilloso.
—¡Wow!, mira Ernesto, ¡cuántos vinos!
—Sí, y esta es solo una de las cavas en el lugar.
—¡Es un lugar tan hermoso!
—Y con nuestra presencia lo es aún más.
En el recorrido había diferentes estancias, en cada una había un vino diferente que se podía catar. Ernesto me llevaba de la mano y nos detuvimos en la primera estación. Catamos un Cabernet Sauvignon, pero antes de catarlo nos explicaban las características del vino. Al parecer al final del recorrido estaría el nuevo vino que presentarían.
Pasamos a la siguiente estación, yo iba muy emocionada, y estaba tratando de poner atención en los datos que decían de los vinos, para aprender más sobre ellos, además de percibir sus características al catarlos. El vino que catamos en esa estación era un Pinot Noir.
Cuando llegamos a la siguiente estación catamos un Malbec, recuerdo que para catarlo entrelazamos nuestros brazos y nuestras copas.
Cada vez me sentía más emocionada, Ernesto me llevaba tomada de la mano y mi corazón latía muy rápido, no sé que estaba sintiendo, es como si lo viera cada vez más guapo. Pero no, debía ser el efecto del vino, quizá no debería catar más.
En la siguiente estación encontramos un Merlot, yo ya me sentía un poco rara, aunque feliz. Traté de agarrar la copa bien, pero debía esforzarme un poco para catarlo bien y que Ernesto no pensara que tenía poca resistencia para catar vinos. Y era poco lo que nos servían, porque solo era para catarlo, pero es que había otra y otra estación, que para mí era demasiado. Ya en las siguientes estaciones ya no pude poner mucha atención en qué decían de los vinos, pero recuerdo que estaba siendo una velada alegre.
Luego recuerdo que íbamos en el carro con Ernesto, a mí me daba mucha risa. ¿Pero a dónde íbamos? No lo recuerdo...
No recuerdo mucho más de aquella noche. Después simplemente desperté, no sabía dónde estaba. El despertador sonaba y lo apagué. ¡Ah! Pero qué dolor de cabeza. Estoy entre las sábanas, desnuda, ¡Pero dónde rayos estoy! Que alguien apague esa luz, que no puedo ver nada.
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
El Comandante de las Letras
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
12-13 de abril de 2019
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