1812
En los votos perpetuos de
Sor María del Carmen Gutiérrez
Sor Lirio era una monja que tenía
la plenitud del alba en los veranos
y el paso del rosario recubría
las huellas nacaradas de sus manos
Era la paz, sosiego de convento
ni un soplo le turbaba su tarea
tan solo le asaltaba el pensamiento;
que el que piensa en el bien, también lo crea.
Mas la turba feroz rompió el encanto,
las huellas del corcel, cañón y espada
corrieron sin cesar y vino el llanto
bañando los despojos de la nada.
Fue tiempo de dolor, fatal destino
el hambre era tenaz y señoreaba
cesó el fragor, sucumbe borodino
y agrega el mal al mal que asediaba
Aquella chica que sin afán rezaba
salió sin bacilar al sufrimiento
se perdió en el dolor que mitigaba
y la incluyó en su noche el firmamento.
Pues esta vez la nota de su canto
no volvió a la clausura pues oía
un claro repicar y mientras tanto
se extinguió en el fulgor detrás del día.
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