LA CATA (CAPÍTULO III)
...ingresando al lugar unos ojos femeninos llaman mi atención, viene sonriente, caminando con gracia y porte, yo he quedado totalmente atónito, y mientras la veo, ella camina, y en un momento sus ojos voltean hacia mí, la miro, me mira, y entonces ella dibuja una bella sonrisa en su rostro, yo se la regreso, ella baja la mirada y continúa caminado con su amiga hasta encontrar una mesa.
Tiene unos ojos grandes hermosos color marrón, cabello rubio, labios color carmín, piel morena clara, piernas largas y silueta perfecta. Aquí vienen mujeres bonitas, pero ella es de esas excepciones que puedes llamar perfección, que te enamoran al instante. Es como encontrarte un vino de denominación calificada, añejo y de la cosecha indicada, que sabes sin duda que es de calidad divina.
Tengo el impulso de irle a hablar, tengo que hablarle a esa mujer... un momento... casi había olvidado por qué vine aquí. ¡Cómo he podido dejar que esta idea entrara en mi cabeza!, ¡cómo puedo estar pensando ésto! Yo amo a Mariana, no puedo acercarme a esta chica, no puedo cambiar los ojos claros color miel de mi Mariana, yo no puedo serle infiel, bueno... es cierto que ya no somos nada, pero yo la amo, ¡La Amo!
Tengo el impulso de irle a hablar, tengo que hablarle a esa mujer... un momento... casi había olvidado por qué vine aquí. ¡Cómo he podido dejar que esta idea entrara en mi cabeza!, ¡cómo puedo estar pensando ésto! Yo amo a Mariana, no puedo acercarme a esta chica, no puedo cambiar los ojos claros color miel de mi Mariana, yo no puedo serle infiel, bueno... es cierto que ya no somos nada, pero yo la amo, ¡La Amo!
Volteo de nuevo hacia la barra, veo la botella y pienso ―Esta botella, sí, éste vino debe estarme afectando, esto es por el vino, mejor le pondré el corcho, ya no debo seguir tomando. Solo esto que me queda en la copa. Mejor me pondré a escribir.
Entonces, me pongo a escribir en mi servilleta tratando de distraer la mente, escribiendo un poema sobre mi dolor:
Pintando con palabras y sueños
Entonces, me pongo a escribir en mi servilleta tratando de distraer la mente, escribiendo un poema sobre mi dolor:
Era una noche dolorosa sabor a hiel
El corazón desgarrado por el desamor
Amargura y tristeza lo que ayer supo a miel
Pero su corazón aún latía por amor
La intranquilidad cegaba su razón
Las heridas del alma le rasgaban
Y aunque el dolor resquebrajaba su corazón
Esos dos ojos hermosos de paz le llenaban
Esa bella princesa piel morena...
¡Qué estoy haciendo!, ¿Le estoy escribiendo un poema en mi servilleta a esa chica?, No, no, no, yo solo quería distraer mi mente, ¿por qué dejé que se metiera en mi mente? Tengo que sacarla de mi mente, tengo que irme de aquí. Un momento... ―puse entonces mi mano en el pecho, sintiendo mis latidos, pero sobre todo tratando de poner atención a mi dolor―. Mi dolor se ha calmado, ya no siento el dolor que sentía. Será posible que... Ok, me acercaré a hablarle.
Entonces decidido irle a hablar, volteo, pero cuando veo... ―¡Qué hace ese tipo ahí!
Continuará...
Pintando con palabras y sueños
Desde el tintero del corazón
Quetzaltenango, Quetzaltenango, Estado de los Altos
Escrito 9 de marzo de 2018
Publicado 16 de marzo de 2018
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