Era el caso que
las autoridades habían decidido pasar a darles bocado a los perros, y siendo “Lobo”
un perrito libre, era muy peligroso para él, pues siempre salía de la casa, ya
que esta generalmente estaba abierta a causa del negocio que tenía la madre emprendedora
de aquel niño. El niño no sabía qué hacer y les dijo a sus papás, para ver cómo
podían proteger a “Lobo”.
(Lee también la primera parte)
Finalmente
decidieron llevarlo un día antes a la casa de unos familiares, que se
encontraba a pocas cuadras, y lo subieron a la terraza de aquella casa para que
no se saliera. Lobo no sabía lo que estaba pasando, y se sintió un poco triste
de que lo llevaran a aquel lugar, pero sería solamente por un día.
Aquel día el
niño no podía dejar de pensar en su perrito, y caída la noche le daba mucha
tristeza porque su perrito se quedaría en aquella casa solo y en el frío. Pero
todo era para salvarle la vida. Finalizado el día de la purga, la masacre había
dejado más de una víctima en las calles. El niño se entristeció un poco ante la
crueldad del ser humano, y no sabía por qué aquella acción se había llevado a
cabo, mas aquel día, tan solo quería ver a su amigo de tantos años, así que se
dirigió a la casa donde lo habían recomendado, pero al llegar… se encontró con
una sorpresa no muy grata, Lobo estaba ahí en la terraza, tendido en el suelo,
sin exhalar más su aliento… aquella noche había mordido unos cables del tendido
eléctrico, y había muerto al hacerlo. Oh cuán triste estaba el niño, tanto
habían hecho por salvarlo, y sin embargo, no habían podido. Él lo abrazó muy
fuerte, y sus lágrimas caían sobre el cuerpo frío de aquel amigo que lo había
acompañado en tantas aventuras. El dolor en sus ojos era tal que habría
resquebrajado cualquier corazón que hubiese visto aquella escena.
Aquella noticia
corrió por todo el pueblo, siendo aquel dolor sin duda una culpa también
asumida por aquella autoridad que había ordenado la masacre, y desde aquel día
aquella población decidió nunca más hacer sufrir a un niño o a un perro dejando
que las autoridades realizaran tales acciones. Mas hoy día aún persisten en
muchos pueblos estos males, y son aquellos ojos sin duda símbolo de esa lucha
por evitar la crueldad, pues la bondad o maldad de las personas es más evidente
en como tratan a los niños, a los ancianos, a los animales, a los indefensos.
Si grato ha
sido nuestro encuentro,
Maravilloso
será nuestro reencuentro.
Espero os guste
y agrade lo redactado,
Gracias por
leer a vuestro escritor: E l Comandante de las Letras
(Cuento basado
en una historia real)
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